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Gijón lanza un programa piloto para tratar trastornos de deglución en enfermos con cáncer

"Los pacientes con tumores de cabeza y cuello que reciben radioterapia pueden tener serias dificultades para tragar", dice la logopeda Carmen Rico

Gijón lanza un programa piloto para tratar trastornos de deglución en enfermos con cáncer

Un paciente con cáncer de cabeza y cuello que deba someterse a tratamientos de radioterapia sufre el riesgo de dañar la musculatura de su aparato digestivo y desarrollar, por tanto, problemas para tragar bebidas y alimentos. Esta enfermedad en la capacidad de deglución, denominada disfagia, será el nuevo campo de batalla de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), que trabaja en lo que será un programa piloto de atención sanitaria para prevenir y rehabilitar a los enfermos gijoneses afectados por esta dolencia. Subvencionado por el Ayuntamiento, el nuevo plan será el primero de su clase en Asturias. "Hasta ahora la disfagia se diagnostica y se trata en los hospitales, pero no se evita", explica la psicóloga Rocío Toledo.

La delegación regional de la asociación ha empezado a establecer contacto con profesionales del Hospital de Jove (que cuenta con un servicio concreto de oncología radioterápica), aunque también hablarán con el personal de Cabueñes. El plan dará cobertura a aquellos enfermos diagnosticados con cáncer que vayan a someterse a terapias de radicación en su rostro, cuello o cualquier zona más concreta que se sitúe por encima del esófago. Según la logopeda Carmen Rico, también empleada de la AECC y una de las encargadas de coordinar el programa, el tratamiento en esta parte del cuerpo puede afectar a la movilidad de la musculatura interna. "Los pacientes notarán que ya no pueden tragar alimentos de manera normal y que toda la parte radiada está rígida. En esos casos no es difícil que un trozo de comide pase a las vías respiratorias y provoque problemas serios de salud", concreta.

La radioterapia, siempre según Rico, provoca que se segregue menos saliva (xerostomía) y además genera dificultades en la masticación, por lo que el bolo alimenticio (la textura que tiene la comida tras ser masticada, antes de tragar) está menos elaborado y aumenta el riesgo de que la persona se atragante. "Mientras la musculatura y la mucosa de la zona esté afectada, es imprescindible que el usuario tenga herramientas y técnicas que le permitan comer de forma segura y eficaz, además de adaptar la comida a la textura, cantidad y temperatura que necesita en cada momento", explica.

La asociación atenderá a cada paciente durante un total de unas siete horas y media (dividas en doce sesiones separadas) y realizará una reunión de evaluación al inicio y final de cada tratamiento. "Será muy importante el trabajo que hagamos antes de que la persona reciba la radioterapia; hay ejercicios que pueden ayudar a fortalecer la musculatura para evitar que su capacidad de tragar se deteriore tanto. La calidad de vida del paciente depende de evitar, en medida de lo posible, problemas que se pueden predecir", añade Toledo. Todas las sesiones se impartirán en la propia sede de la asociación en Gijón (calle Langreo, 11), aunque todavía no se descarta ampliar el servicio, según Toledo, "para tratar de que el paciente se desplace lo mínimo posible". "En un mes o dos esperamos funcionar a pleno rendimiento. Lo de Gijón será un proyecto piloto que, si todo va bien, podrá ampliarse y mejorarse", añade.

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