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La presidenta del CSIC pide igualar la inversión en ciencia con Europa

Rosa Menéndez aboga por colaborar con empresas y huir de los localismos: "Los países que lo hacen son los que más prosperan"

Rosa Menéndez, ayer, en la Biblioteca Pública Jovellanos. Á. GONZÁLEZ

Las carreras científicas, necesariamente vocacionales, ya no tienen mucho que ver con el carácter casi eremita que tenían antaño, cuando se creía que el investigador debía encerrarse a solas en un laboratorio hasta descifrar un gran descubrimiento. Ahora el foco está en las sinergias entre investigadores y empresarios y en buscar proyectos que beneficien a la sociedad "de a pie" y no se queden solo en la teoría. Así lo explicó ayer Rosa Menéndez, presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en una ponencia sobre desarrollo en la que abogó por igualar en España la inversión en I+D+I a niveles similares a los del resto de Europa.

Otros países de Europa parecen tener más claro que para que sus científicos prosperen deben dedicarles una porción razonable de la tarta presupuestaria. "La media europea es un 2% de inversión del PIB, y ahí España está ahora mismo bastante por debajo. Nosotros peleamos para que la inversión sea un reparto igualitario entre las instituciones públicas y las empresas privadas", explicó la presidenta, que pidió tomar como ejemplos a países como Suecia, Suiza y Alemania. "Son países que sí invierten en ciencia y todos sabemos que están prosperando", aclaró.

Menéndez hizo referencia a la importancia de alejarse en medida de lo posible de los "localismos", una necesidad que también compartió Ignacio García-Arango, presidente del Foro Jovellanos y organizador de la cita con la colaboración de la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI). "No hay que olvidar los problemas de cada comunidad autónoma, pero al final las carencias de Asturias en materia científica son las mismas que las de España y Europa", razonó. La presidenta citó también varios ejemplos de cómo la ciencia ayuda a mejorar "problemas del día a día". El más conocido es el de la gula, sucedáneo de las prohibitivas angulas y que remonta su origen al CSIC en los años 90. "No se le dio el valor que merecía, por eso no nos hemos hecho ricos, pero ahora lo tenemos muy presente cada vez que pedimos otra patente", bromeó la investigadora, que insistió en que el futuro instituto de biodiversidad de Mieres abrirá en las próximas semanas.

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