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El Hogar de San José planea una remodelación integral para "adaptarse a los nuevos tiempos"

Los técnicos consideran demoler el edificio en el que vivía la comunidad de jesuitas con una intervención en sintonía con el "distrito azul" de El Natahoyo

Exterior del Hogar de San José, en El Natahoyo. JULIÁN RUS

El día 10 de enero de 1943 a las ocho de la noche dos mujeres se presentaron en el número 3 de la calle Covadonga de Gijón con cinco niños huérfanos de la mano que malvivían en una choza en El Llano. Fueron los primeros niños a los que atendió el Hogar de San José, institución fundada en 1942 por el Padre Máximo González, y que 78 años después avanza hacia una rehabilitación acorde con los nuevos tiempos. Los gestores de la casa, una de las obras más emblemáticas de la Compañía de Jesús en la ciudad, se plantean una reforma integral del Hogar, con la demolición de edificios y una reorganización de espacios para una mayor eficiencia en la atención a los menores que siguen siendo su razón de ser.

Será la reafirmación de que la Compañía apuesta por permanecer en El Natahoyo, el barrio en el que nació el proyecto para atender a los niños y los chavales menos favorecidos. Los trabajos irán de la mano también del desarrollo urbanístico previsto para fachada marítima de esta zona de Gijón, con la intención de rehabilitar las antiguas oficinas de Naval Gijón y transformarlas en un vivero de empresas como punto de inicio de un gran "distrito azul" en el barrio para recuperar los espacios degradados con actividades económicas limpias y relacionadas con el mar.

El Hogar de San José está inserto en el corazón de esta operación de calado, y por ello han querido sumarse al "lavado de cara" con un proyecto propio para reformar sus espacios. Los técnicos barajan la demolición de al menos uno de los edificios del complejo, la casa exenta en la que en su día vivieron los miembros de la comunidad de jesuitas de El Natahoyo, un espacio que permanece sin apenas uso útil. Y a partir de ahí, y en coordinación con los planes urbanísticos del Ayuntamiento, remodelar los módulos actuales para que sean más eficientes energéticamente, con espacios más modernos y adaptados a las nuevas necesidades y con la intención de prestar un entorno lo más amigable y familiar posible a los menores que pasan por la casa.

"Adaptarse a los nuevos tiempos"

La remodelación, en principio, tratará de mantener la imagen actual del edificio, uno de los más reconocibles de la zona, y también se prevé que se mantenga la plantilla actual de trabajadores en el centro. No se trataría de ampliar, sino de adaptar y mejorar los espacios actuales disponibles para prestar los servicios de la mejor manera posible.

Será la segunda gran reforma de calado del Hogar de San José, sobre el que ya hubo que intervenir en los años 80 porque se venía abajo. Con la generosidad de los gijoneses fue posible crear la sede actual, habida cuenta de que la labor del padre Máximo González, artífice del centro, arrancó con unos cuantos colchones de borra en un desván de la calle Covadonga. Pronto pasó a necesitar más espacio ante el goteo incesante de niños, huérfanos de guerra y de la miseria de aquellos años, y por eso se trasladó a El Natahoyo, donde llegaron a convivir 240 chavales a la vez. Finalizada la posguerra, el centro dio cobijo a hijos de familias desestructuradas, a los que además de cariño, comida y un techo, se les proporciona el afecto y el calor de un hogar. Ahora de nuevo se hace preciso dar un paso más, después de 78 años de presencia ininterrumpida en la ciudad, en los que el Hogar se ha ido reinventando para "adaptarse a las exigencias de los nuevos tiempos".

Otra de las grandes obras pendientes de la Compañía en Gijón es la que concierne al colegio de La Inmaculada. En él está previsto crear un equipamiento deportivo de 11.000 metros cuadrados, pero de momento los trámites están en un "impasse". Los técnicos municipales y los de la empresa que gestionaría este gran complejo están trabajando en el diseño definitivo del espacio.

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