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Lorena Dacuña.

La familia de la última víctima de violencia de género acusará al acompañante portugués por omisión de socorro

El luso declaró que "echó a correr" porque entró "en pánico" al ver al agresor, pero la acusación estima que pudo haberla ayudado

La familia de Lorena Dacuña, la gijonesa de 41 años asesinada a manos de su expareja, el camarero José Manuel Sánchez Merino, de 49 años, quiere sentar en el banquillo de los acusados al hombre portugués que acompañaba a la limpiadora gijonesa la madrugada del crimen y que salió huyendo del piso de la calle Callao. La acusación particular cree que este individuo, de 43 años y que figura sólo como testigo en la causa, pudo ayudarla y no lo hizo, y por ello tratará de atribuirle un delito de omisión del deber de socorro.

El acompañante portugués, nacido en Alenquer (Lisboa), se encontraba en Gijón por motivos laborales, y en la madrugada del crimen, el pasado 2 de febrero, había conocido a Lorena Dacuña, con la que estuvo bailando, en un karaoke de La Calzada. Congeniaron y decidieron irse juntos al piso de ella, sin percatarse de que Sánchez Merino les estaba siguiendo. Al llegar al portal subieron juntos, pero se dejaron la puerta entreabierta y eso lo aprovechó el asesino confeso para ir detrás de ellos y esperarlos en el rellano. Cuando la pareja salió del ascensor y estaban abriendo la puerta del piso, Sánchez Merino se abalanzó sobre ellos y cayeron los tres al suelo.

Las versiones a partir de ahí son distintas, aunque coinciden en que hubo muchos gritos y reproches. El portugués, que se presentó voluntariamente en la Jefatura de la Policía Local al saber que le estaban buscando, explicó a los investigadores -y ratificó luego en el Juzgado de Violencia- que pensó que Sánchez Merino era el marido de Dacuña. "Me caí al suelo y me golpeé contra una pared. Lorena no tuvo tiempo de encender la luz, estaba todo oscuro, y del golpe yo me quedé en estado de shock. Entré en pánico y solo se me ocurrió echar a correr, siento mucho lo que pasó", relató el portugués, que a día de hoy se encuentra en Sudáfrica trabajando. Además dejó claro que Lorena Dacuña ni gritó ni le pidió que llamase a la Policía, ni vio ningún cuchillo.

En cambio, Sánchez Merino sí declaró, cuando fue detenido por la UDEV, que Dacuña pidió a su acompañante que alertase a la Policía, y que este individuo había huido justo cuando él había ido a por un cuchillo a la cocina -cogió el más grande que había- al rompérsele el que llevaba. En su huida, cierto es, este hombre cogió la mochila negra que Sánchez Merino llevaba, pero la tiró luego al lado de un contenedor de la calle Daniel Cerra. "No sé si Lorena le dijo algo a ese hombre o me lo dijo a mí, porque estaba totalmente asustado", reconoció ante la jueza. En base a esta declaración es por lo que la familia de Lorena Dacuña quiere acusar de omisión del deber de socorro al portugués, aunque sería ya en otro procedimiento independiente al crimen.

El luso, que está casado, se fue del lugar del crimen sin conocer el trágico desenlace. De hecho, un día del apuñalamiento llamó por teléfono a Lorena Dacuña para recriminarle que le hubiese llevado a su casa si tenía novio, cuando ella ya estaba muerta. Luego él, al cumplir con los trabajos, puso rumbo a Portugal, pero la llamada de un compañero avisándole de que la Policía le buscaba le hizo volver a Gijón para explicar lo ocurrido, aunque siempre en calidad de testigo. Ahora la familia de Dacuña quiere acusarle.

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