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JOSÉ MORELLA | AUTOR DE "WEST END", PREMIO "CAFÉ GIJÓN" 2019, Y PONENTE EN LA FERIA DEL LIBRO

"Nos quieren vender que no hay clases, pero la crisis actual se puede mapear por barrios"

"No sé cómo seguiría escribiendo sin premios; si no eres un superventas, sirven para que alguien valide lo que haces"

José Morella, con su novela.

Nicomedes Miranda consiguió llamar la atención de su futura esposa destrozando colérico frente a ella todos los cántaros de agua de sus amigas, pero dejando intacto el suyo. Fue un hombre cantarín que tamborileaba con los dedos sobre la mesa, pero cuando la fuerte medicación para tratar su esquizofrenia empezó a hacerle efecto, a una edad avanzada, ya no rompía cántaros, pero tampoco cantaba. Su nieto, José Morella (Ibiza, 1972), recuerda esta versión sombría de la vida de un hombre que, por su enfermedad, fue un tema tabú en su familia durante décadas. Contó su historia, entrevistando a su madre y a sus tíos, en "West End", una novela de autoficción recién galardonada con el premio "Café Gijón". Será, además, uno de los primeros ponentes de la Feria del Libro en la ciudad, que comienza hoy. Su cita es esta tarde, a las 19.00 horas, en el Antiguo Instituto.

- "West End", por su temática relacionada con la salud mental, es un libro con pocas referencias literarias recientes, salvo quizás "Lectura fácil", de Cristina Morales.

-Sí, yo para el libro tuve muchas referencias pero más de tipo teórico, digamos, como "Historia de la locura" y otras obras clásicas similares. Mi libro, en realidad, está basado más en mi experiencia, en la de mi familia, que en referencias culturales, que es verdad que hay pocas.

- El debatido género de la autoficción.

-Yo hablo de mi familia. En el libro mi madre es mi madre y mi abuelo es mi abuelo, no hay más. Pero sí podemos decir que es autoficción porque incluyo historia ficticias, personajes que no existen que aparecen en la novela. Y eso no se le avisa al lector, no tiene forma de saber qué parte es verdad y cuál no. Yo, en verdad, nunca he visto muchas diferencias entre ficción y realidad, creo que se puede disfrazar. En mi anterior novela, por ejemplo, hablo de un psicoanalista que sí existió y fue discípulo de Freud. Eso también podría ser autoficción, ¿no? Además, tú mismo apareces en la novela sin darte cuenta. Se habla demasiado sobre las diferencias entre ficción y realidad.

- ¿Siempre hay una parte de realidad?

-Sí, porque siempre escribimos sobre nosotros nos guste o no. Incluso un artículo científico muy objetivo habla de ti porque tú elegiste ese tema. Eso es subjetivo y habla de ti. "West End" es claramente autoficción, pero casi todas las obras tienen algo de eso.

- ¿Tuvo siempre claro que acabaría contando la historia de su abuelo?

-Bueno, siempre tuve mucha curiosidad por su figura, ya desde que era un niño, antes de empezar a escribir. Siempre fue algo muy difícil en mi familia. No tenían respuesta a mis preguntas, ni siquiera a cuál era su enfermedad. En mi casa, en la de una familia muy humilde, ese tema les superaba hasta por la terminología clínica. Conceptos como psicosis, esquizofrenia o locura les superaban. Al final me di cuenta de que tenía que poner orden y volví a preguntar.

- ¿Sigue siendo un tema tabú?

-Sí, hablabas antes de Cristina Morales y me gusta mucho emparejarme con ella en esta novela, porque en la suya ella pone el microscopio a cómo seguimos discriminando a ciertas personas. Antes se hacía con un trazo más grueso y ahora con un más fino, pero sigue. Hay transfobia, gordofobia, micromachismos...

- Y clasismo, que es algo que se deja ver también en la novela, ambientada en lo rural.

-Sí, hoy en día seguimos viendo clasismo hasta en la política. Muchos nos quieren vender que ya no hay clases y que el debate está terminado, pero no es cierto. Con la crisis que estamos pasando ahora, por ejemplo, puedes mapear la ciudad por barrios y ves que las más afectadas son las zonas con más inmigración y pobreza. Es importante seguir debatiendo sobre la discriminación en todos los ámbitos sociales.

- ¿Recibir premios ayuda?

-Uf, sí, no sé cómo seguiría escribiendo sin los premio. Los galardones son como la confirmación de que alguien escucha y valida lo que haces. Si no, el trabajo de escritor es muy solitario. En mi caso, que no soy un superventas, este tipo de premios como el "Café Gijón", que además tiene fama de independiente, ayudan mucho.

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