Catedrático de Antropología Social en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Carles Feixa (Lleida, 1962) fue el encargado de dar ayer el pistoletazo de salida a los Encuentros de Cabueñes 2020, que se celebrarán en la ciudad hasta el 12 de octubre. Su charla llevó por título "Juventud y emergencia climática. Generación blockchain".
- Asegura que la juventud se enfrenta a una gran crisis.
-En efecto. En 2020 se cruzan las tres crisis: la económica, la del coronavirus y la del clima. La primera viene del pasado, la segunda es actual y la tercera es de cara al futuro. La juventud aún no había superado la crisis económica de 2008, con muchos problemas de paro y de precarización laboral. Todo ello impide a los jóvenes crear un proyecto de vida propio. Cuando empezaban a salir de esta situación, llega la pandemia y a los jóvenes se les olvida. Y la tercera crisis es la de la emergencia climática, que va a mucho más largo plazo. No es algo coyuntural, ni siquiera estructural, sino que es global. Los jóvenes pueden acabar siendo las víctimas si no se actúa desde ahora. Que estas tres crisis coincidan en el presente es un problema, nos pone ante una situación dramática. Pero al mismo tiempo es una oportunidad de que haya una revolución, dándole la vuelta al sistema y aprendiendo de nuestros errores.
- ¿Cómo ha de ser esa revolución?
-Se ha de tener en cuenta a las nuevas generaciones. Ven el futuro sin prejuicios, a veces de forma idealizada o simplista, pero muy creativa. Y ven aquello que los adultos y las instituciones no nos atrevemos a abordar. Es fundamental un pacto intergeneracional, que implique una reforma del mercado de trabajo para abordar la primera crisis, una reforma del estado de bienestar para abordar la segunda, y una reforma del sistema de consumo para abordar la tercera.
- Se está criminalizando a los jóvenes durante la pandemia?
-Al principio, no solo no eran un problema, sino que eran una solución. Nos ayudaban a los adultos a sobrevivir gracias a las dos "mascarillas" protectoras que ellos tienen: la cibercultura y la cultura de la habitación, esa capacidad para refugiarse en un espacio privado y abrirse al mundo. España fue uno de los pocos países donde se mantuvo las pruebas de acceso a la universidad, que pueden suponer tanto problema o más que un botellón.
- Habla de generación de blockchain.
-Blockchain significa cadena de bloques. Es un término que proviene del bitcoin y las criptomonedas. Supone que la credibilidad no la da una institución central, sino la fiabilidad de los diferentes nodos. Extrapolando, podemos ver que esta generación de jóvenes se encadena en bloques para buscar valor, no económico, sino moral o cultural, en su solidaridad o su cooperación. Son las culturas colaborativas, como el coworking, el compartir vivienda o la diversión en común. Con la ayuda de la cibercultura y el interés de las cosas está ayudando a estas nuevas generaciones a enfrentarse a esta precariedad social y a los mayores a organizar el futuro de otra manera.
- ¿Está preparada la juventud para enfrentar esos retos?
-Está preparada en cuanto a su información y formación académica. Pero no la estamos preparando en cuanto a su aplicación práctica y su sentido crítico. La educación hoy en día sigue siendo una transmisión de muchos conocimientos sin dotar de espacios de crítica y maduración de esos conocimientos. Los jóvenes saben moverse mejor que nosotros en el ciberespacio, pero tiene que saber seleccionar y jerarquizar la información que les llegue. El otro gran error es que la formación solo se da en el periodo inicial de la vida. Mi gran utopía es que formación, trabajo y diversión no se fragmenten las tres edades de la vida, sino que estén presentes en todas ellas.
- ¿Cómo han de mirar las instituciones a los jóvenes?
-No se debe caer ni en la "juvenofobia", estigmatizándolos, ni en la "juvenofilia", idealizándolos. Se les ha de tratar, sino como un igual, con alguien con quien interlocutar. Yo defiendo bajar la edad de voto a los 16 años. Sería una forma de que los adolescentes tomen responsabilidades y puedan reflexionar antes sobre el futuro. En nuestra sociedad política, el voto es muy desigual: son los mayores los que eligen el futuro, no los jóvenes. No se trata de idealizar a la juventud, sino darles espacios donde se escuche su voz.
