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Arquitecta y urbanista experta en género

Inés Sánchez de Madariaga: “Debemos cambiar el modelo de atención a los mayores para que envejezcan en casa”

“La pandemia no vaciará las ciudades, pero sí habrá cambios en la forma de diseñarlas y construir los edificios”

Inés Sánchez de Madariaga

Inés Sánchez de Madariaga es arquitecta urbanista y experta sobre género en este campo. Ayer ofreció la conferencia telemática “Urbanismo y Género. Otras formas de pensar la ciudad”, organizada por el Colegio de Arquitectos de Asturias para el Observatorio de Urbanismo de Género, y dio un toque de atención sobre la forma en que se ha organizado el cuidado a los mayores y su excesiva institucionalización.

–¿Está cambiando la forma de concebir el urbanismo?

–Creo que sí, empieza a haber mayor conciencia de la necesidad de mirar cómo es la vida cotidiana de todas las personas: hombres, mujeres, menores y mayores, y a responder a esas diferentes realidades.

–¿Cómo transformar las ciudades para lograr este objetivo?

–Tenemos que fijarnos sobre todo en la vida cotidiana de las personas, en qué hacen su día a día, especialmente en lo que va más allá de ir y venir al trabajo desde el hogar. Debemos mirar cómo es la complejidad de la vida diaria desde el punto de vista del cuidado de personas dependientes o que no pueden moverse solas en la ciudad, como el caso de los niños o los mayores, y también a todo lo que hace falta para el mantenimiento de una casa. Son muchas tareas, como hacer la compra, cocinar, lavar, hacer gestiones... Todo eso se hace en lugares distintos de la ciudad y también en el interior de las casas. Hace falta que tanto el urbanismo como la arquitectura consideren esos actos cotidianos. Lo que pasa es que históricamente han sido tareas hechas por mujeres y aún siguen siéndolo. Estas disciplinas tradicionalmente masculinas no se fijaron tanto en esas realidades y no se abordaban.

–¿Qué intervenciones concretas se pueden abordar?

–Por ejemplo, en el campo del transporte debemos fijarnos en la movilidad del cuidado, todos los motivos de viaje relacionados con la atención a otras personas y el mantenimiento del hogar. Hoy en día las estadísticas de transporte no tienen esto en cuenta, y no se tienen en cuenta en la planificación y gestión de los sistemas de transporte, desde los horarios hasta las frecuencias o las rutas necesarias. O, por ejemplo, también en el propio diseño de las viviendas, el tamaño de las habitaciones, qué tamaño tiene la cocina, la relación entre la distribución de espacios, qué tipo de actividades se hacen en la vivienda... Incluso los equipamientos de cuidado.

–¿Nos ha abierto los ojos la pandemia hacia un urbanismo más acorde a las necesidades?

–Ha puesto de manifiesto que el cuidado y el género son fundamentales en las ciudades. Ahora todo el mundo lo ha visto porque nos hemos visto encerrados entre cuatro paredes demasiado pequeñas, con los mayores trabajando y los niños estudiando, sin salir y sin ayuda exterior. Hemos visto la inadecuación de nuestro parque residencial, así como del modelo de residencias para mayores, la forma en la que queremos cuidar a nuestro mayores. Apartarlos en residencias donde no sabemos muy bien cómo están siendo cuidados o que los mayores envejezcan en sus casas. Hace veinte años hice un estudio sobre este asunto en los países escandinavos. Allí ya no hay residencias, sino que se promueve el envejecimiento en casa a través de servicios e infraestructuras locales de apoyo, y con un parque de viviendas adaptadas y tuteladas. En España se tomó la opción contraria, estableciendo el modelo de residencia de ancianos para el cuidado de los mayores con el resultado dramático que hemos vivido. Debemos repensar este sector de atención a los ancianos por completo, en términos arquitectónicos y sociales.

–¿Vaciará la pandemia las ciudades en busca del entorno rural?

–No lo creo. La pandemia también ha afectado a las zonas rurales, y no es tanto un tema de densidad como de hacinamiento y de nodos de alta movilidad. Por Madrid pasa casi todo el tráfico de estructuración de país. Y en los barrios de rentas bajas o de inmigrantes que comparten espacios pequeños no resulta fácil observar las normas de distancia e higiene. Las ciudades siempre van a conservar todas las ventajas de la zona urbana. Lo que sí habrá serán cambios en la forma de construir las ciudades y los edificios, así como en el ámbito laboral. Aunque no grandes movimientos de población.

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