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San Lorenzo reconoce la "fidelidad y entrega" de su vicario, Gilberto Lorenzo

La parroquia de Los Campinos despide al sacerdote, tras 44 años, con una misa de acción de gracias: “Ha sido maravilloso”

Por la izquierda, Gilberto Lorenzo, Jorge Cabal y Juan Lozano, durante la eucaristía en San Lorenzo. Marcos León

Los 44 años de vida sacerdotal como vicario de la parroquia de San Lorenzo del padre Gilberto Lorenzo Reigada se resumieron ayer de forma entrañable en dos palabras: “fidelidad y entrega”. El mismo día de su santo, sus feligreses le brindaron una cálida despedida para que, en adelante, pueda disfrutar de su merecida jubilación. “Yo no me esperaba esto, ha sido maravilloso. Pregunté a mis sobrinos y sólo me dijeron que veníamos a misa, muchas gracias a todos”, atinó a decir el sacerdote al final de la celebración.

Fue un acto limitado en aforo por la pandemia, y aún así fueron decenas los fieles que arroparon a don Gilberto en una eucaristía llena de cariño, conducida por el párroco de San Lorenzo, Jorge Cabal, y con la presencia también del arcipreste de Gijón, Juan Lozano, y de José Luis Fonseca, nuevo párroco del Poblado Santa Bárbara, precisamente como sucesor del homenajeado.

Los que han sido sus parroquianos en los últimos años quisieron dejar constancia de que “es una persona con mayúsculas, un ejemplo de entrega y generosidad”. Un trabajador por el pueblo de Dios “como fiel servidor, nunca ha dicho que no a lo que la parroquia necesitaba, y los feligreses me dicen que en 44 años nunca lo han visto enfadado”, explicó Cabal, quien también puso de relieve su incansable labor hacia los enfermos.

Muestra de gratitud, ayer le entregaron entre aplausos un cuadro de la fachada de San Lorenzo obra de Carlos Roces, así como una bendición especial del Santo Padre “para que don Gilberto siga siendo colmado de dones”.

A partir de ahora vivirá con su sobrino Pedro en un pueblo de la mariña de Villaviciosa, para disfrutar de un descanso que le llega tras largos años de entrega a los demás.

Nacido en Osoño (Orense) en 1936, se ordenó en 1962 en la orden de la Merced de Santiago. Su primer destino fue la diócesis de Málaga, donde también fue profesor de Griego y Religión en un instituto. En el año 1977 recaló en Gijón, como vicario de San Lorenzo, y ya nunca abandonaría la parroquia. La misma que ayer le brindó una emocionada despedida, llena de gratitud y reconocimiento.

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