Como una oportunidad para reinventarse, conectar con un público más amplio y variado a través de los medios digitales, las galerías de arte de Gijón han soportado notablemente el efecto de la pandemia. “Hemos aumentado la visibilidad, pese a contar con menos visitantes a nivel físico, las ventas se han mantenido y también las actividades”, coinciden los galeristas de la ciudad. “El momento actual es una gran oportunidad para reinventarnos y llegar a mucho más público a través de los soportes digitales”, añaden.

Amador Fernández, en la Sala Cornión. | Juan Plaza / Marcos León

El impacto del covid-19 en el arte ha provocado que en las salas se hayan reducidos los aforos y las cálidas inauguraciones de exposiciones. “Lo positivo es que todos nos hemos abierto a un nuevo modelo. Ahora ya nadie se asusta porque les enseñes la exposición por medio de fotografías o vídeos”, explica Bea Villamarín. En la sala que lleva su nombre sí que al menos han notado que las ventas se mantienen. “Tenía peores expectativas con esta situación, pero los clientes de siempre nos han apoyado”, destaca. Pero añade una pega: “No ir a ferias, que eran nuestra principal fuente de ingresos, nos hace adaptarnos y reducir gastos, pero lo tomamos con filosofía: ahora solo nos marcamos objetivos pequeños”.

“El momento actual es una gran oportunidad para reinventarnos y llegar a mucho más público a través de los soportes digitales”

Diego Suárez, ante la sede su galería ATM en Deva. | Juan Plaza / Marcos León

“Somos una actividad comercial, un poco elitista”, advierte Amador Fernández, galerista de Cornión. “No nos movemos con productos de primera necesidad. Son precios más altos y es verdad que muchas veces en situaciones especiales lo que quitas es el lujo, aunque no considero que el arte lo sea”, explica antes de añadir que no vive con la incertidumbre de los números. “Es mundo es complejo, dos ventas te pueden salvar medio año, aquí la clave es seguir con ilusión hacia adelante”.

Diana Llamazares, en la Galería Llamazares. | Juan Plaza / Marcos León

Aurora Vigil-Escalera afronta, como todas las galerías, un proceso de reinvención. En su caso ya lo inició hace cuatro años, cuando junto a su sala de Gijón abrió un “showroom” en Madrid. “Está funcionando muy bien, es una espacio más privado, en el que puedes acercar más el arte a artistas, clientes y coleccionistas”, relata. Esa idea es la que, salvando las distancias, intenta trasladar ahora a su galería en la ciudad. “Con el formato digital, que estamos cuidando mucho, tenemos más tiempo para hablar de arte y se puede romper ese miedo de algunos clientes a entrar y descubrir la galería”, subraya.

Adriana Suárez, ante el logo de su nuevo local, en obras. | Juan Plaza / Marcos León

El relevo familiar llegó hace apenas un mes en la Galería Llamazares. “Aún tengo esa incertidumbre diaria, pero es algo que me motiva”, desvela Diana Llamazares, sucesora de su madre, Gema, al frente del negocio. “Me he llevado una grata sorpresa, el mundo del arte se ha movido mucho. Quizás influye que la gente viaje menos, pero hemos tenido bastante público y una buena respuesta”, resalta.

Diego Suárez, en Deva, en la Galería ATM, transmite su entusiasmo al considerar que han roto una barrera para el futuro: “La vista virtual permite cierta privacidad, y que se rompan ciertos estereotipos con el arte”. “Notamos que ahora tenemos un público que antes no se relacionaba con proyectos de arte contemporáneo. Hemos aumentado visitas de usuarios no habituales en el plano digital”, confirma. En su caso afronta el día a día con la ilusión de poder participar en diferentes proyectos feriales para el extranjero en los próximos meses: “Trabajamos con la responsabilidad de seguir adelante”.

Bea Villamarín, en su local. | Juan Plaza / Marcos León

La excepción a esta tranquilidad y casi normalidad de las galerías de arte, en las que todas tiene ya año programado con excepciones, se presenta en la sala de Adriana Suárez. El 1 de enero decidió parar, cambiarse de local y desarrollar un nuevo concepto que espera que esté listo para el verano. “Me parecía que estábamos obsoletos e hicimos un replanteamiento. Tendremos un nuevo local, con un modo de galería de arte más dinámico, más participativo y menos elitista”, expone Suárez. En su nuevo local, que está preparando en la avenida de Castilla, pretende llegar a más público. “El mercado cambiará, es el momento de lanzarme. Habrá junto a las exposiciones cafetería, tienda, cursos de arte o conciertos”, anuncia, como nuevo ejemplo de amoldarse a los nuevos tiempos.