Con dos versiones radicalmente opuestas, el exmilitar senegalés Papagore se sentó hoy en el banquillo de los acusados por presuntos delitos de atentado a la autoridad, amenazas y lesiones contra varios agentes de policía que acabaron deteniéndole en agosto de 2019. La versión policial es clara: testigos alertaron al 091 de que un hombre estaba "fuera de sí" gritando y golpeando mobiliario público y, a su llegada, cuatro personas tuvieron que intervenir de forma directa para inmovilizarle los brazos y las piernas mientras el acusado les amenazaba de muerte y les golpeaba. Tres presentaron lesiones y aseguran haber usado dos esposas encadenadas para poder engrilletarle. Papagore, por su parte, afirma recordar otra cosa: que se encontraba hablando por teléfono cuando, por la espalda, una primera patrulla trató de reducirle sin oponer él resistencia, y que luego llegaron las demás (aquella cita provocó un despliegue inmenso entre los agentes que trataban de redecir a Papagore, los que cortaban la calle y otros dos testigos que ayudaron en un primer momento a los policías) sin que a él nadie le explicase en ningún momento por qué se le detenía.

Papagore, el exmilitar senegalés que fue condenado en 2015 por apalear a seis agentes de la Policía Nacional, se sienta hoy en el banquillo por un delito similar. El africano se enfrenta a una pena de seis años de cárcel, que sería sustituida por la expulsión del país durante los próximos 18, por pegar y amenazar de muerte a cuatro policías en verano 2019. El fiscal le imputa dos delitos de lesiones y uno de atentado a la autoridad además del pago de hasta 12.300 euros en indemnizaciones y multas por lesiones y amenazas de hasta 2.700 euros. Los hechos se remontan a agosto de hace dos años, cuando el senegalés se encontraba muy alterado en la calle Juan Alvargonzález. Cuando fue interceptado por los agentes les agredió y amenazó de muerte. El juicio tuvo que celebrarse pese a la oferta de acuerdo, que proponía dos años y diez meses de condena, a lo que el acusado se negó.