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Cabueñes cierra filas contra la sepsis

Traumatólogos del hospital gijonés lideran la primera unidad de infecciones y cirugía reconstructiva de Asturias: “Nos toca ser referentes”

Por la izquierda, en primer término, David Alonso, Paula García, Adolfo Riesgo y Marlén Álvarez. Por detrás, José Antonio Ares, Marta Sendín, Carmen Santín, Ana Isabel González, Alejandro Arango, Manuel Cristóbal, Mónica Fernández y Sagrario Santos, en el Hospital de Cabueñes. Pablo Solares

Una unidad especializada en infecciones y defectos óseos para agilizar el paso por quirófano de pacientes con riesgo de sufrir amputaciones, perder su prótesis o sufrir una sepsis. Este es, en resumen, el último y ambicioso proyecto lanzado por los profesionales de Cabueñes, liderado por el equipo de Traumatología, para fundar la que es la primera Unidad de Patología Séptica y Cirugía Reconstructiva Osteoarticular de Asturias y la cuarta de todo el país. El equipo, ahora, busca implicar a todas las especialidades médicas del hospital y coordinarse con atención primaria para que el cuidado osteoarticular gijonés sea referente en el Principado. Esperan, de hecho, que esta nueva especialidad les sirva para asumir a pacientes derivados de otras áreas sanitarias.

Explica David Alonso, coordinador de la unidad, que su intención de impulsar un servicio de este estilo venía ya de largo, pero que no fue hasta ahora cuando vio que en Cabueñes contaba con un equipo lo suficientemente involucrado como para sacarlo adelante. Dentro de la especialidad de la traumatología, las infecciones no suelen copar la atención mediática, y las competencias de una unidad de este estilo, aunque necesarias, son más difíciles de trasladar al gran público. A grandes rasgos, lo que buscan los sanitarios de Cabueñes es simple: articular un sistema protocolizado que permita que los pacientes con infecciones o defectos óseos que precisen una cirugía puedan llegar a su despacho lo antes posible. “Los casos más graves de infección precisan una cirugía en 48 o 72 horas”, razona Alonso.

La idea es que en la red sanitaria no se salgan del radar pacientes que llevan años bajo seguimiento esporádico ni las infecciones graves de rápida evolución. “Lo que no queremos es que nos lleguen pacientes, como nos llegan, que han estado años siguiendo tratamientos poco adecuados a su patología y cuando llegan a nosotros están en un estado que complica mucho una cirugía de reconstrucción”, añade el experto. Una infección grave, claro está, puede ser letal, pero postergar la atención de este tipo de defectos óseos e infecciones menos graves también complican un buen resultado tras quirófano. Las amputaciones y las intervenciones agresivas que mermen la calidad de vida del paciente son los dos grandes daños a evitar.

Buena parte de las infecciones que asume ahora la unidad tienen que ver con implantes, con prótesis de cualquier tipo, por tratarse de un agente externo del cuerpo que no es capaz de detectar que está siendo atacado. No puede defenderse, así que las bacterias se van acumulando a su alrededor, alimentándose del tejido colindante. En los casos graves, el implante debe sustituirse, lo que obliga al enfermo a pasar por quirófano al menos otras dos veces. “En estos casos el tiempo es oro. Un diagnóstico correcto y precoz ayuda a salvar esos materiales. Ahora, con la unidad, todo está protocolarizado. Desde cualquier parte del hospital nos pueden consultar si ven a algún paciente con sospecha”, completa Sagrario Santos, de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del hospital.

El servicio, con alrededor de un mes de actividad, ya tiene varias decenas de pacientes en su cartera y se enfrenta ahora a más de un reto. El principal será lograr que Cabueñes acuerde con Cruz Roja un convenio más ambicioso, para que los cirujanos del hospital concertado –hay un convenio con el servicio público para prestar servicios de Cirugía Plástica– puedan acercarse al hospital público más a menudo, ya que la unidad asume también las cirugías reconstructivas de pacientes sin infección alguna. “Ahora vienen una vez a la semana. Nos gustaría que fuese dos o tres veces”, aclara Alonso. También habrá que mejorar la sala de curas, esperar a que el fin de la pandemia permita recupera la actividad normal en su planta de Traumatología, usada como área de sospechas de casos de coronavirus –dependiendo de la cuarta ola se antojará complicado hasta más o menos el verano–, e iniciar una ronda de contactos con los compañeros de atención primaria. Este último paso se considera clave, y entienden los sanitarios de la unidad que la logística está de su parte. Las consultas colaborativas y los circuitos ya diseñados facilitan una comunicación “que solo debe normalizarse”.

Adolfo Riesgo, supervisor de la cuarta planta impar del complejo –la de Traumatología– lanza un matiz: el papel del personal de Enfermería para poner en marcha una unidad de este tipo. “Este tipo de pacientes son muy dependientes y demandantes, y más allá de los cuidados técnicos las enfermeras y auxiliares brindan una atención emocional que no siempre se ve. Una unidad así solo sale adelante con trabajo en equipo”. “Tenemos el mejor equipo de Traumatología posible. Nos toca ser referentes”, concluye, por su parte, Manuel Bayona, gerente del hospital.

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