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Los viajes de Jovellanos (XXVI): Las murallas de San Sebastián

El ilustrado gijonés regresa a la capital donostiarra, donde admira sus fortificaciones, y reanuda su periplo por poblaciones de la provincia

Un plano de San Sebastián con su recinto amurallado.

Tras la preciosa y no menos precisa descripción del recorrido realizado por Pasajes, Lezo y Rentería, del que disfrutamos en el capítulo anterior, regresaba Jovellanos a descansar a la casa del marqués de Montehermoso en la ciudad de San Sebastián. Y ahí precisamente regresamos nosotros para ver qué sucedió a continuación en este maravilloso viaje.

El jueves 25 de agosto de 1791, nuestro ilustrado disfruta de un día tranquilo y se dedica a ver algunos de los libros que poseía Montehermoso en su biblioteca. El final de aquella jornada será momento de despedidas, ya que el 26 reemprende su camino y Jovellanos dice así en su Diario: “Viernes, 26. Desayuno con el general; salida a pie hasta Puerta de tierra; el caballo cojo; visita a Mr. Cabarrús en su quinta: debió él verme; mejor es pasar de lo que se debe; por eso le vi yo; buen hombre; buena mujer; seis hijas, feas, bien criadas; su hijo empleado en la Compañía de Filipinas, residente en Pasajes. Visita a los marqueses de Rocaverde: ella Mazarredo; el primo de mi querido Arias; pudieron estar más expresivos. Se sacó un clavo al caballo; continuó cojo hasta Hernani; apeamos en casa de Iranda”.

Comienza Jovellanos dándonos muchos e interesantes datos. El primero, sin duda, es la referencia a esa Puerta de Tierra, que no es otra cosa que una de las puertas de entrada a través del impresionante sistema de murallas de la ciudad donostiarra. Sólo la historia de sus edificaciones daría para un libro, con lo que aporto unos breves datos, dignos de consideración. Fue en la primera mitad del siglo XVI cuando se levantó una nueva muralla frente a la antigua estructura medieval construida en tiempos de Sancho el Fuerte, allá por el siglo XII. En el espacio comprendido entre ambas, quedó una pequeña expansión de la red urbanística, que en los años siguientes dio lugar al nacimiento de la famosa “Plaza Vieja” en las inmediaciones de la principal puerta de entrada de la población, la citada por Jovellanos, Puerta de Tierra. Con respecto a la autoría del proyecto inicial de la muralla, las investigaciones hablan del alcaide de Hondarribia, Diego de Vera. También trabajó en ella Gabriel Tadino de Martinengo. Se construye en tiempos de Carlos I el principal frente de fortificaciones de la ciudad, que estaba defendido por la llamada Muralla Real, una estructura cuasi faraónica que contaba con 280 metros de longitud, 12 metros de altura y dieciséis metros de grosor, que la hacía casi infranqueable. La muralla estaba rodeada de profundos fosos y en sus dos esquinas estaba reforzada por el baluarte de Santiago, al este, y el de San Felipe, al oeste. En el centro se alzaba una imponente fortificación de gran tamaño, el llamado “Cubo Imperial”. Próxima al baluarte de San Felipe, podíamos encontrar la Puerta de Tierra, que comunicaba la ciudad con dos carreteras de salida, por un lado, la de Hernani, por donde partió Jovellanos, que atravesaba el barrio de San Martín, y por el otro la que se encaminaba hacia Francia.

Cita a continuación al padre de su amigo Francisco Cabarrús, el que fuese financiero, consejero de Carlos III o prestamista y fundador del Banco de San Carlos, Domingo Cabarrús y Fourcade, nacido en marzo de 1716, casado con Marieanne Lananne y propietario de una casa de comercio en la ciudad francesa de Bayona.

Y visita a los marqueses de Rocaverde, de los que añade que ella es Mazarredo. Veamos a quien y a que se refiere Jovino en este fragmento. Fue Fernando José de Moyua Ubilla, quien ostentó por vez primera este título, otorgado por Carlos II en 1699, con el nombre de marqués de Bidaurre. Dos años después, tras pequeño pleito, pasó a denominarse de Rocaverde. Pero, a quien visita, es al tercer marqués de Rocaverde, que era en aquel momento Roque de Moyua y Ozaeta. Había nacido en Vergara en 1731 y fue músico y compositor, aunque también desarrolló actividad política, siendo diputado general de Guipúzcoa en 1757 y 1759. Muy ligado además a la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, donde ejerció como vicesecretario y archivero de la institución, y sin género de dudas, fue uno de los más destacados ilustrados guipuzcoanos. Se casó con Ana Josefa de Mazarredo y Gortázar, de aquí ese dato que nos aporta Jovellanos, sobre ella.

Como también nos hace saber nuestro viajero, se acerca a Hernani y lo primero visita la casa del marqués de Iranda, que era en aquellos momentos Simón de Aragorri y Olabide. Otro personaje ilustrado guipuzcoano de máxima relevancia. Había nacido en Hendaya en 1720, y fue nombrado con este título en 1769, por orden de Carlos III. Fue banquero y economista, participando en diversos cargos de tinte político. Tenía casa en Madrid, en la calle de Fuencarral, donde desarrolló una importante tertulia ilustrada, de hecho, entre las personas que por allí desfilaron destacó la visita, en 1799, del famoso viajero Guillermo de Humboldt, quien dejó una breve semblanza del marqués: “Iranda es seguramente una buena cabeza y de inteligencia viva y penetrante. Parece que él se gloria especialmente de analizar rápidamente un asunto extenso, simplificar lo complejo y de que recorre pronto todas las partes de un conjunto, es decir, que tiene método”. Añadir que falleció en 1801, con 81 años. Cuando Jovellanos estuvo con él en este viaje ya tenía, por tanto, 71 años. De hecho, fue su acompañante en la siguiente visita que Jovellanos hizo en Hernani, como no, su iglesia. Dice así nuestro personaje: “A ver la iglesia con el marqués y un beneficiado. Retablo de arquitectura y escultura muy medianos; en el presbiterio, al lado del evangelio, la sepultura del célebre Juan de Urbieta, que prendió a Francisco I de Francia en Pavía; inscripción en lienzo; que copiará el beneficiado, con la cédula de Carlos V en que concedió el blasón, y acaso el testamento y otras memorias. Dos retablos de bella arquitectura en los colaterales; la iglesia grande, gótica, digna de ser catedral; las columnas colosales. Paseo en una bellísima arboleda de altas hayas tras de la iglesia”.

La iglesia de Hernani es San Juan Bautista, de una sola nave y planta de cruz latina. Las obras se desarrollaron entre 1548 y 1595, con formas tardogóticas, siguiendo el proyecto de Domingo de Olozaga, Miguel de Beramendi e Ignacio Izaguirre. Años después, en 1609, se construye la sacristía y cabe destacar, por su interés arquitectónico y su importancia visual, la portada barroca de Martín de Zaldua (1708) y la torre del campanario de Francisco de Ibero (1764).

Dos datos más a reseñar en el texto serían; el que se refiere a los retablos, principalmente el del altar mayor, que fue magnífica realización de Ambrosio de Bengoechea en torno al año 1611, aunque este fue sustituido por otro, a finales del mismo siglo XVII, obra de Bernabé Cordero, el escultor madrileño.

Y el otro, y tal vez más importante, es la mención a la tumba de Juan de Urbieta. El beneficiado que acompaña a Jovellanos en esta visita copia el texto de la cédula de Carlos I que decía así: «Francisco, por la gracia de Dios rey de Francia. Hacemos saber a todos aquellos a quien tocare, que Juan de Urbieta, del señor don Hugo de Moncada, fue de los primeros que se hallaron en mi riesgo cuando fuimos presos delante de Pavía, y nos ayudó con todo su poder a salvar la vida, en que le estamos en obligación; y entonces nos pidió diésemos libertad al dicho señor Hugo, su amo, nuestro prisionero; y porque esto es verdad, dimos firmado la presente de nuestra mano. En Pizqueton, a 4 días del mes de marzo de 1525. Francisco».

Y es que Juan de Urbieta, que nació y murió precisamente en Hernani, alcanzó gran fama porque hizo prisionero al rey Francisco I de Francia, en la mítica batalla de Pavía, entre españoles y franceses, el 24 de febrero de 1525.

Come en Hernani y se dirige hacia Tolosa de nuevo, para cerrar aquel día, pero antes de irse a sus aposentos visita a una persona muy interesante, aunque eso lo vemos ya en el próximo capítulo.

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