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El Musel inicia su gran transición: así son los proyectos interesados en asentarse en el puerto

La construcción de una fábrica para reciclar residuos plásticos, un criadero de lenguados y una planta para fibrocementos, entre los planes que están sobre la mesa

Una vista general del puerto de El Musel. | Pablo Solares

Desde sus orígenes, El Musel ha sido un puerto eminentemente granelero, hasta llegar a ser el principal puerto de trasiego de minerales de España por la demanda de materias primas de los hornos altos de la siderurgia y de las centrales térmicas de Asturias, León y Palencia. Se trata de un rol que está en franco declive, tanto por el cierre de las térmicas como por la reconversión que se va a realizar en la cabecera siderúrgica, con proyectos para reemplazar el coque por el hidrógeno. Sin renunciar a su actividad tradicional, con los nuevo vientos de la descarbonización, los muelles gijoneses están desplegando velas en otras direcciones, como el aprovechamiento de sus espacios libres para la implantación de industrias, con proyectos con distinto grado de avance. El último que se ha puesto sobre el tapete, el de la multinacional australiana James Hardie, adelantado ayer por LA NUEVA ESPAÑA.

Esta compañía con una amplia implantación en Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Filipinas, que en 2018 creó su filial europea tras adquirir Fermacell, proyecta levantar en la ampliación de El Musel una fábrica de paneles modulares de fibrocemento para el sector de la construcción, un producto que se utiliza fundamentalmente en acabados. La empresa cuenta con otra factoría en España, en Cantabria, donde produce otro tipo de paneles, de fibroyeso. James Hardie necesita al menos 130.000 metros cuadrados en la ampliación de El Musel. Que el proyecto cuaje dependerá en buena medida de la obtención de fondos europeos para el mismo, pero la existencia de amplio espacio disponible en el puerto gijonés es lo que puede acabar trayendo a Asturias a esta compañía con presencia en cuatro continentes.

Hacer de la necesidad virtud. Eso es lo que se está consiguiendo en El Musel, que entre 2005 y 2011 acometió la construcción del actual puerto exterior, la ampliación, que le llevó a duplicar su superficie ganando al mar 140 nuevas hectáreas de explanadas. En aquel momento, el principal objetivo era multiplicar el tráfico de minerales, crear una gran terminal de graneles líquidos y una regasificadora que llegaría a contar con cuatro tanques.

La actividad granelera sigue siendo la de mayor peso en el Puerto, pero insuficiente como para llenar la ampliación como se había previsto. La superficie libre en una zona que inicialmente se pensaba vincular al trasiego de graneles líquidos es ahora suficiente para acoger los planes de expansión de James Hardie, dejando el casi medio millón de metros cuadrados del Muelle Norte que no tienen una concesión a largo plazo libre para otros menesteres después de que haya pinchado el plan de NMR, empresa en preconcurso de acreedores, para hacer en él una nueva terminal de transbordo minerales.

La mayoría de los proyectos quieren usar terrenos de la ampliación vacíos desde su construcción

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Si el de James Hardie aún es incipiente, otro proyecto industrial para la ampliación de El Musel, también avanzado por este diario, está más adelantado. Se trata de la planta para transformar residuos plásticos en un líquido que puede utilizarse como combustible o como materia prima de la industria química. Lo promueve la compañía Preco, que prevé invertir en dos fases 120 millones para alcanzar una producción de 100.000 toneladas de ese biolíquido, con destino a la exportación y comenzando a producir a finales del próximo año. Para la primera fase ya dispone de 30.000 metros cuadrados en la franja que hay al oeste de la regasificadora, y tiene reservados otros 20.000 para la segunda fase.

Las empresas no sólo están poniendo sus ojos en la ampliación, si no también en otros espacios del Puerto. Es lo que ocurrió con el desguace DDR Vessels, operativo desde 2019 en el Rincón de Langreo o con el proyecto impulsado por Aquacría La Figal (Sea Eight), que invertirá 73 millones de euros en una piscifactoría de lenguados en la explanada de La Figar. Se trata de un proyecto que se completará en seis años, por fases, la primera de 12,3 millones de euros.

La actividad fabril no es algo que fuera ajeno al Puerto, que por periodos alquila espacios en el Muelle de La Osa y en otras zonas para el montaje de grandes piezas antes de su embarque; lo que se conoce como carga de proyectos. Lo nuevo es que se establezcan industrias permanentes en los nuevos muelles, dado que ya las había en terrenos de los que la Autoridad Portuaria prevé desprenderse como son los que ocupa El Tallerón de Duro Felguera y el astillero Armón Gijón.

Además, El Musel también está llamado a jugar un papel relevante en nuevos proyectos energéticos, en especial los vinculados a la generación de hidrógeno. La alianza formada por Naturgy y Enagás, aspira a captar fondos europeos para desarrollar plantas de electrólisis en El Musel. El hidrógeno producido a partir de fuentes renovables, como puede ser la eólica marina, es el futuro, pero está en cuestión que la rentabilidad de este método llegue a tiempo para atender las necesidades de hidrógeno del futuro horno de reducción directa que va a reemplazar a uno de los dos hornos altos de Arcelor.

La colosal inversión prevista por un grupo de Singapur ligada al hidrógeno sigue a la espera

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La alternativa mientras tanto podría ser la generación de hidrógeno a partir de gas natural. Un proyecto así, unido a la construcción de una gran central eléctrica de gas es precisamente lo que plantea la compañía de Singapur LNG-9 para la explanada de Aboño, como adelantó este periódico. Una inversión de 2.000 millones de euros en un ciclo combinado de 1.200 megavatios y una planta para generar 40.000 toneladas de hidrógeno anuales partir de gas.

No todos los proyectos que se plantean en el Puerto acaban cuajando. Ejemplos de ello fueron la central de ciclo combinado en la explanada de Aboño por la que se pelearon Endesa y EdP; la planta de ensacado y distribución a granel de cemento en el Muelle Olano que promovió la multinacional Cemex o la planta de biodiésel del grupo Jiménez Belinchón de la que se llegó a poner una primera piedra con la asistencia de las autoridades.

Pero lo que es indudable es que actualmente, junto a su actividad tradicional, el Musel se está convirtiendo en un foco de atracción para la implantación industrial, papel que suma al que ya venía jugando como apoyo logístico al tejido industrial asturiano.

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