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La depuradora del este, a toda máquina: así es por dentro la instalación recién abierta

Las aguas residuales que salen de la planta, gestionada por Tragsa desde hace diez días, tienen unos niveles de calidad muy superiores a los exigidos por la Unión Europea

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La depuradora del este, a toda máquina: así es por dentro la instalación recién abierta Ángel González

“Está perfecto, no huele a nada”, señalan técnicos a las puertas de la depuradora del este, apuntando que tampoco se escuchan los ruidos que la maquinaria produce en el interior, en distintos niveles bajo tierra. Un mensaje hacia quienes tienen temores sobre los problemas que la instalación creará para la zona residencial próxima.

La depuradora cuenta con un sistema biológico de eliminación de malos olores que ya se utiliza en la de Las Caldas (Oviedo). Para empezar, todo el circuito de agua o va a través de tuberías o está tapado para que esos gases lleguen concentrados a un filtro de piedra volcánica y de fibra de coco en el que anidan bacterias que se alimentan del metano y otros gases que son los que producen el mal olor. Ese filtro, que ocupa 350 metros cuadrados, se encuentra enterrado cerca de la chimenea de 28 metros de altura por 1,2 de diámetro, levantada para dispersar el aire una vez que atraviesa ese filtro. El método es más efectivo y barato que los sistemas tradicionales de desodorización mediante la adición de productos químicos.

En cuanto a la insonorización, además de estar bajo tierra las áreas en las que se genera ruido, como el reactor biológico, también se han revestido paredes de lana de roca que aísla y chapa microperforada que redirecciona el ruido.

Las entrañas de la depuradora del Pisón, donde trabajan a tres turnos 24 técnicos de la empresa pública Tragsa, son de hormigón y acero. La planta que ha protagonizado uno de los litigios ciudadanos más sonados de los últimos años en Gijón tiene un interior inodoro a pesar de que trata miles de metros cúbicos de lodos procedentes de la zona este de la ciudad. Su activación está haciendo que las aguas residuales que se vierten a través del emisario submarino de Peñarrubia acaben en el mar con una carga contaminante que no llega ni a una tercera parte del máximo autorizado por la UE. Los operarios de la instalación se encuentran realizando mediciones diarias de los niveles de ese agua residual depurada. El Ministerio para la Transición Ecológica impuso esas mediciones en la Declaración de Impacto Ambiental de la planta, como garantía para la calidad de las aguas de baño en la costa. Se trata de unos niveles de depuración que serían incluso apropiados para el vertido a áreas medioambientalmente sensibles, para los que las exigencias son mayores que para un área de vertido normal, como es la de Gijón. “El agua tratada siempre sale bien”, aseveran los trabajadores.

Los vertidos al mar de las aguas fecales de la cuenca este de Gijón sin sanear fueron uno de los motivos de la multa que en 2018 impuso la justicia europea a España por incumplir la normativa europea de depuración de aguas residuales, una situación que ahora se ha corregido. La depuradora del Pisón entró en pruebas el pasado 29 de diciembre y está a pleno funcionamiento desde el pasado 26 de enero, cumpliendo desde entonces sobradamente con los niveles de depuración exigidos por la normativa. Tras concluir el periodo de prueba, fue entregada a la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, que puso su gestión en manos de la empresa Tragsa el pasado 26 de mayo. “Todo marcha según lo previsto”, cuentan quienes viven a diario dentro del gran equipamiento.

La depuradora del Pisón es la que está devolviendo al medio ambiente agua de mejor calidad de entre todas las depuradoras asturianas, según explican técnicos de la Confederación mientras muestran un tocho con las cifras de los últimos meses. Los niveles de depuración que se están alcanzando de media en la planta oscilan entre algo más del 90% y más del 97% según los distintos parámetros que sirven para controlar la calidad de las aguas que llegan a la costa gijonesa.

Los sólidos que se escapan a la depuración están siendo, de media, cinco miligramos por litro, lo que supone una séptima parte del límite de 35 que marca la normativa europea. En cuanto al parámetro denominado “demanda bioquímica de oxígeno”, que mide la materia orgánica biodegradable disuelta en el agua, se está emitiendo agua con 7 miligramos por litro, también muy por debajo de los 25 miligramos de tope que fija la normativa comunitaria. El tercer parámetro, denominado “demanda bioquímica de oxígeno”, que da una referencia de los niveles conjuntos de materia orgánica e inorgánica, sea biodegradable o no, la media en mayo fue de 35 miligramos por litro y algo inferior en el mes de abril, cuando el tope permitido por la normativa es de 125 miligramos. Los datos registrados también incluyen el volumen real del agua tratada, que varía en función de las lluvias.

Los análisis se efectúan tanto del nivel de contaminación del agua que llega a la planta –que en mayo alcanzó picos de 600 miligramos de sólidos por litro de agua– como de la calidad de la que se vierte, explica Verónica Menéndez, técnico de laboratorio que trabaja en la instalación. “Sale siempre bien”, añade, mientras la compara con una muestra sin tratar recogida en un día de lluvia, en la que la concentración de contaminantes es menor. En cuanto al análisis diario del agua depurada, se hace en base a 96 muestras de 200 mililitros que se recogen automáticamente cada 15 minutos en un dispositivo que las mantiene refrigeradas hasta que pasan al laboratorio. Un laboratorio en el que también se controlan mediante muestras los fangos que se bombean por una canalización subterránea hasta la depuradora de La Reguerona, donde se procede a su secado.

La depuradora de El Pisón, construida bajo tierra en su mayor parte, está dotada con tecnología de última generación, incluyendo el tratamiento biológico, mediante el que las bacterias se comen la mayor parte de la contaminación, y que es el que se emplea también en las depuradoras de El Ferrol, Vigo, Bilbao y Algeciras, entre otras. El camino que sigue el agua antes de llegar al reactor biológico empieza en la planta de pretratamiento, la Plantona, donde se realiza un desbaste de gruesos y un tamizado antes de pasar las aguas residuales a la depuradora. La capacidad de la planta de pretratamiento se ha aumentado pasando de los 6.000 a los 8.000 litros por segundo y en la misma también se han tapado todas las canalizaciones existentes para evitar emisiones de gases malolientes.

El primer paso en la depuradora es el desarenado y el desengrasado, instalaciones que cuentan con una capacidad para tratar hasta 3.000 litros por segundo, si bien en ausencia de lluvias el caudal ronda los 500 litros por segundo. El sistema para separar la arena consiste en aumentar la sección del canal para reducir la velocidad del agua, con lo que la arena cae al fono, de donde se extrae mediante una bomba de succión. La grasa se consigue retirar a continuación con burbujas, metiendo aire en el agua para retirarla a continuación de la superficie y trasladarla a vertedero. A continuación el agua pasa a un decantador que permite retirar partículas más pequeñas que la arena.

El filtro biológico, con capacidad para tratar mil litros por segundo, es el siguiente paso una vez que se ha clareado el agua. En ese punto, las bacterias proliferan comiéndose los residuos y generando los fangos que se retiran tanto del biofiltro como del decantador (por el que vuelve a pasar parte del agua lavada en el filtro biológico) para su envío a La Reguerona. Aunque se les llama fangos, no son espesos, si no que se trata de agua muy cargada.

El buen funcionamiento del reactor biológico en el que a continuación se tratan las aguas residuales, se controla mediante análisis al microscopio de que en el mismo hay la suficiente concentración de las bacterias que depuran el agua al comerse la materia orgánica. La planta también cuenta con un tratamiento terciario, en el que primero se eliminan los huevos de gusanos acuáticos y después mocrioorganismos mediante rayos ultravioleta, y que permite almacenar hasta 2,5 millones de litros de agua diarios aptos para el riego. Este tratamiento terciario está ubicado bajo el antiguo pozo de bombeo que ya existía en la zona antes de instalar la Plantona, que tras protagonizar intensas polémicas ha echado a andar a todo trapo.

Medidas para olor y ruido

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