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Un rostro amable en eterna lucha

Líder durante 33 años de Proyecto Hombre, el langreano es un gran conocedor del tercer sector y un firme defensor del tejido asociativo local

Luis Manuel Flórez Mortiner

De raíces mineras, pero asentado desde hace décadas como "playu", Luis Manuel Flórez, "Floro", nació el 6 de enero de 1954 en La Moral, barrio de Tuilla (Langreo). Su infancia de baños en el "río negro" de Candín fue una niñez entre el carbón y la clase obrera. Mientras cursaba el Bachillerato empezó a entender que su vocación implicaba hacer cosas con las manos y no en una oficina, y sus padres accedieron a irse a Gijón para que él pudiese cursar Construcciones Metálicas en la Revillagigedo. Empezó entonces su idilio gijonés, que se mantiene hasta hoy y que le hizo ser medalla de plata de la villa en 2019. Pero hasta su retiro, la vida de Flórez dio muchas vueltas.

Su paso por el "Gedo" fue fundamental en su vida, en gran parte, por establecer amistad con los jesuitas de la escuela. Creyó entender Flórez aquella filosofía de vida que él veía más humana que lo que había visto hasta entonces. La figura de Jesús de Nazaret –lo que Flórez defiende como el Jesús "auténtico", el de la historia, y no el que para el asturiano se ha mitificado en buena parte del mundo religioso–, le comenzó a fascinar. Tanto, que decidió entrar en la Compañía de Jesús en 1974, con 19 años. Este fue su segundo gran giro en los planes de su vida.

A los pocos años lo trasladaron a Salamanca para seguir estudiando. Franco acababa de morir y Flórez notaba un ambiente en el que se mezclaba el miedo y la ilusión. Y allí empieza a trabajar por primera vez con jóvenes que comenzaban a perder el rumbo por el abuso de las drogas. El perfil más afectado era el mismo que el de ahora: chavales sin apoyos familiares y de entornos empobrecidos. Pero a Flórez le mosqueaba el modelo de ayuda que se había sistematizado en todo el país. Le parecía "paternalista", demasiado controlador, y creía que así iba a ser muy difícil que aquellos jóvenes saliesen del bucle.

Durante su etapa como estudiante del Revillagigedo decidió apuntarse a la Compañía de Jesús, con tan solo 19 años, y colgó los hábitos en 1991 tras conocer a su esposa, con quien tiene dos hijas

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Corría la década de los años ochenta del pasado siglo y llega otro cambio en la hoja de ruta. Flórez se muda a Madrid para estudiar Teología. Se asienta en el barrio de San Blas, por entonces duramente castigado por el drama de la heroína. Pronto surge el primer Plan Nacional de Drogas y el asturiano empieza a notar que el debate social comienza a reconducirse y que empieza a calar la idea de que el repunte delictivo en ciertos sectores tenía más posibilidad de arreglo con una intervención contra la adicción que con simples castigos penales. Pero no fue fácil. Flórez recordaba hace ahora una década en este diario que de aquel grupo de chavales de San Blas con los que él trabajaba solo había sobrevivido una joven. Esa pelea contra la estigmatización de la drogadicción, una lucha aún vigente, marcó la filosofía que plasmaría después en Proyecto Hombre.

Luis Manuel Flórez Mortiner

El otro gran giro vital surgió de casualidad, pero fue el más importante. Alguien le dijo un día de 1984 que se acababa de crear una organización nueva que se llamaba Proyecto Hombre y que empezaba a funcionar en Madrid. El resto es ya un poco historia. La delegación del grupo en Gijón se abrió en 1988, en La Algodonera, por petición de Flórez, que se puso al frente del proyecto a nivel regional. Las asambleas con las primeras familias se hacían en Fátima bajo el beneplácito del fallecido José María Bardales. Pronto, bajo hipoteca, surge la oportunidad de comprar una casa en Miranda (Avilés) para crear la primera comunidad terapéutica. El Ayuntamiento de Oviedo ayudó después a conseguir las antiguas escuelas del Postigo. Fue creciendo la red.

El otro salto en su vida llega en 1991. Flórez se enamora y decide, tras muchas dudas, colgar los hábitos. Con Mina, su esposa, tiene dos hijas, Irene y Aida. Ya centrado en su trayectoria en Proyecto Hombre, en 2011, le otorgaron también el cargo de presidente nacional de la fundación. Compaginó ambas funciones hasta su jubilación, que se hizo efectiva el 31 de diciembre de 2018 y que supuso el relevo oficial de Proyecto Hombre en Asturias a manos de Julio Jonte, actual responsable.

Fueron, así, más de 30 años de trabajo en la ciudad, una trayectoria que le hizo estar en constante contacto con el tejido asociativo local, sobre todo en la zona Oeste, donde siempre se le consideró un rostro amable y tranquilo del tercer sector. Desde este ámbito ha sido congratulado varias veces. Recibió, por ejemplo, el premio "Atalía" de los vecinos de El Natahoyo en 2018. Langreanos en el Mundo le hizo un homenaje en 2014. Su mayor reconocimiento personal fue la Medalla de Plata de la ciudad, pero como rostro visible de Proyecto Hombre también recogió la Medalla de Plata de Asturias y la de Oro de Oviedo.

Y tras estos últimos cuatro años algo más alejado del foco mediático, Flórez afronta ahora un nuevo salto, muy diferente a los anteriores, en el que será su primera incursión en el ámbito político.

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