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El fútbol en San Lorenzo, "vitamina" semanal

Los equipos "Escalera 9" y "Cimadevilla" disputan desde hace décadas sus partidos pendientes siempre de las mareas: "El encanto es único"

Playa de San Lorenzo. Reportaje con el grupo de amigos escalera nueve de fútbol playa. MARCOS LEON

Ricardo León es a sus 61 años uno de los veteranos, con casi 46 años jugando. "Pero todavía los hay mucho más, para esto siempre se es joven", precisa. Es uno de los componentes del equipo "Escalera 9", un clásico que cada fin de semana calcula los horarios de las mareas para bajar a la arena, colocar las porterías con sus redes y disfrutar de lo más bonito: jugar una pachanga de fútbol en la playa. "Es como el recreo de cuando tenías siete años, que lo están esperando con muchas ganas, es algo único, llegas aquí, juegas, te distraes y todos los problemas se van", confiesa. El equipo "Escalera 9" es uno de los dos clásicos del principal arenal gijonés. Los acompaña "Cimadevilla". Muchas veces, incluso, jugan un equipo contra uno y otras, como sucedió ayer por falta de efectivos, acaban mezclándose. "Pudimos llegar a juntar alguna vez casi 50 personas, pero por lo menos siempre somos unas 14 para jugar 7 contra 7", confiesa León.

Los hay que llevan medio siglo de vida casi en la arena. De los que vieron cómo se pasaba de hacer porterías con montones de arena y jugar descalzos, a poder preparar metas portátiles y pasar a chutar con un buen calzado deportivo. "Ahora ya se aclaran muchas de las discusiones de si entra el balón o no", destaca Fernando Bilbao, del equipo "Cimadevilla". "El encanto es único, es que jugar en la arena tiene mucha historia, es lo de siempre, como ir a jugar al parque, ahora los jóvenes ya no lo practican tanto", subraya, antes de añadir que muchas veces contaron y también cuenta con refuerzos de lujo: "Por aquí se pasaron veteranos del Sporting como Ferrero, Quini o Uría, y ahora, a veces, viene también Juanele".

El partidillo, si la marea lo permite, comienza a primera hora de la mañana, sobre las nueve y media. Aunque en días como ayer toca cambiar la rutina, y retrasarlo más allá de las doce, a medida que avanzaba la bajamar. "Ahora ya podemos jugar más tranquilos, en verano con tanta gente al final es un poco más incómodo", relata Jaime San Narciso, mierense, con casa en Gijón a donde llega cada fin de semana, y que lleva dos décadas participando en la pachanga. "Es la vitamina de la semana, y prácticamente de siempre", añade.

Los hay también más benjamines que se empiezan a unir a esta pasión por el fútbol casi junto al agua. Christian Díaz, de 21 años, es hermano de Dennis, exportero del Sporting. "Es un poco ese fútbol alegre, distendido y divertido. Te viene más a relajar", comenta. En su caso empezó a jugar por Carlos Domínguez, un amigo de la familia, que a sus 55 años ya lleva 35 sin faltar a su cita con el fútbol en San Lorenzo. "Hasta el año pasado aún jugaba descalzo", explica mientras rememora los tiempos en los que empezaron jugando en las playas de Carreño de Xivares y Peña María, antes de llegar a Gijón, y también se acuerda de su padre, Jacinto Domínguez, que falleció en 2020, y que también estaba en esta pachanga.

Fernando Pelayo, de 88 años, ya está retirado, pero hasta diez años aún jugaba. Era uno de los impulsores. Ahora le toma el relevo su nieto Adrián Ruiz. "Ojalá dure muchísimo tiempo esto, porque es algo muy bonito, es fútbol auténtico", concluye.

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