De aula en aula | Un recorrido por los centros educativos de Gijón

El Severo Ochoa aprende con el pasado

El centro de Pumarín trabaja con ancianos de La Mixta con una muestra de objetos antiguos, una hemeroteca y juegos: «Se sorprenden mucho»

Pablo Palomo

Pablo Palomo

«El objeto que más me sorprendió fue el teléfono, porque no pensara que fuera así». Y con «así» se refiere Valeria Fernández, una alumna de cuarto de Primaria del colegio Severo Ochoa, a que tuviera teclas grandes, cables y algunos hasta una ruleta para poder marcar uno a uno los números. No es la única alumna sorprendida en este centro, donde han montado una gran exposición de objetos antiguos a la que no le falta detalle. Hay cámaras con carrete, cintas para el casete, botijos, planchas, orinales y hasta algún cómic de Montadelo y Filemón del Mundial de 1978, el primero de toda la historia que ganó Argentina. ¿Y qué hacen todos esos materiales en el centro de Pumarín? Pues forman parte de un proyecto mucho más grande en el que se quiere utilizar el pasado, mantener viva la memoria e incorporar a los ancianos de la Residencia Mixta en el día a día del colegio.

María José López es tutora de sexto de Primaria y, además, coordinadora de Proyectos de educación del Severo Ochoa. Ella conoce a la perfección de que se trata el proyecto en el que está volcado todo el colegio. El nombre ya da muchas pistas. Se llama «Abuela, cuenta cómo ERA», donde «ERA» son las iniciales de Establecimientos Residenciales para Ancianos. El Severo Ochoa lleva colaborando en los últimos cursos, desde la pandemia, con la Mixta. Desde mandarles audiolibros y cartas a que varios jubilados acudan al centro a relatar sus batallitas. Lo de este año va más allá. «Queremos relacionarlo todo con el pasado y con el pasado también de los abuelos», explica María José López.

Así que ahora, todo gira sobre cómo eran las cosas antes. La exposición de objetos antiguos es quizás la joya de la corona de la idea, pero toda la vida lectiva del centro pivota sobre esta temática. Tienen también clases de desarrollo de aplicaciones informáticas para crear en tabletas juegos relacionados con los objetos de la exposición. Además, disponen de un set de rodaje para grabar telediarios al estilo antiguo. Un espacio donde recrean a mano los «stolpersteines», es decir, los adoquines de la memoria de los deportados en los campos de concentración nazi, una hemeroteca con noticias antiguas del colegio y otra cosa que llama mucho la atención. Y cuentan con un pequeño mural con fotos de cuando sus profesores eran niños como ellos.

Toda esta idea tiene su transferencia educativa. Con el proyecto trabajan todas las asignaturas. «Todo el colegio está implicado en él», comenta López. La cosa no va a quedarse de puertas para adentro del Severo Ochoa. Está pensado que en las próximas semanas el colegio abra la exposición primero a los mayores del ERA y después al público en general. Merece la pena verla, porque hay objetos realmente llamativos. Objetos, que tienen a los pequeños encantados. «La verdad es que alucinan cuando ven cosas tan antiguas. Están todo el tiempo queriendo entrar en la exposición», concreta la profesora.

Uno de esos alumnos que más lo viven es Marcos Sebastiá. Va a sexto de Primaria, pero, por cómo se expresa, podría estar ya haciendo cuarto de Derecho. Lo que más le ha llamado la atención son las máquinas de escribir. «Las hay que tienen unas teclas muy antiguas y otras que las puedes ver ya en un ordenador normal. Eso me sorprende, porque de una máquina de escribir a un ordenador hay mucha diferencia. Todo esto me hace pensar que la evolución de las cosas va muy rápido», afirma. Si todo este proyecto ha servido para maravillar a un crío tan atento como Marcos, ya ha merecido la pena. Y es que a veces no conviene olvidar que, para que las cosas sean como son hoy, algún día tuvieron que ser como eran antes.

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