En la cima de las tintorerías: Everest cumple 65 años

El negocio, con cuatro tiendas en Gijón, cumple 65 años: "Antes se venía más por necesidad y ahora priman la comodidad y el tiempo"

Por la izquierda, Amparo García, Francisco Fernández e Isabel Villamandos, con una tarta en el local de El Coto de Tintorerías Everest por su 65.º cumpleaños. | Á. González

Por la izquierda, Amparo García, Francisco Fernández e Isabel Villamandos, con una tarta en el local de El Coto de Tintorerías Everest por su 65.º cumpleaños. | Á. González / Pablo Antuña

Pablo Antuña

Pablo Antuña

De los tintes a un autoservicio de lavado o incluso a trabajos a domicilio. De especializarse en limpieza de trajes a ser referencia para textiles de hogar. Seis décadas y media dan para mucho. También para ser un lugar de encuentro de varias generaciones de gijoneses. O para los toreros de la Feria de Begoña o los acróbatas del Circo del Sol. Tintorería Everest, que cuenta con cuatro locales en Gijón (en el Centro, El Coto, El Natahoyo y Pumarín), más otro en Candás, acaba de cumplir 65 años. Adaptándose siempre a los tiempos, pero con la misma energía que impulsaron sus fundadores en 1958, el matrimonio formado por Ángel Fernández y Lourdes Arrizabalaga.

Local de Tintorerías Everest en la calle Avelino González Mallada. | Á. G.

Local de Tintorerías Everest en la calle Avelino González Mallada. | Á. G. / Pablo Antuña

Ahora, sus hijos Francisco y Ángel Fernández son los que llevan el negocio, que dio sus primeros servicios en la calle San Antonio. "El sector no tiene nada que ver, antes nos dedicábamos a los tintes y a la limpieza general de ropa de lana. Ahora, no hay tintes, ahora estamos especializados más en ropa informal y cosas del hogar como edredones, mantas y alfombras", señala Francisco Fernández, que ahonda en la evolución: "Es que ahora hay autoservicio y talleres de costura en los locales, para coser camisas, cambiar cuellos o cremalleras".

No solo el tipo de cliente o las prendas han cambiado en este más de medio siglo de vida que llevan abiertos. También ha evolucionado notablemente la forma de trabajar. "Cuando empezamos no había lavadoras, se tenía que usar pilas de cemento para lavar. Después, las prendas las secábamos en armarios que iban como ventiladores. Y las planchas eran como prensas de hierro", rememora uno de los gestores de Tintorerías Everest, que defiende el papel que juega este oficio, "uno de los más antiguos y artesanos, de principios del siglo XX".

Los 65 años de vida de Tintorerías Everest dan para muchas anécdotas. "Recuerdo especialmente cuando venían aquí muchísimos toreros. Era la época en la que se alojaban en el Hotel Hernán Cortés. Eran días de mucho agobio, de hacerlo todo casi al momento, había que limpiar sus trajes rapidísimo", explica. "También en la Feria de Muestras o el Hípico", añade. Más casos curiosos. ¿Se olvida mucha gente de recoger sus pertenencias? "Hay gente casi que te usa como guardarropa, que lo olvidan mucho tiempo", ríe Francisco Fernández. "En algunos casos, vienen para el cambio de ropa de invierno a verano o a recoger alfombras después de mucho tiempo", subraya. ¿Y qué les sorprendió encontrarse olvidado? "Lo clásico, que aparezca mucho dinero o joyas, había que revisar muchos los bolsos de aquella", responde.

Los hábitos de vida han cambiado, pero las tintorerías se mantienen como un negocio necesario en el día a día. Lo argumenta Francisco Fernández, que da una larga vida a estos negocios. "Antes se venía más por necesidad porque no se podía hacer en casa, ahora la gente viene más por ahorro de tiempo y comodidad. Y porque aquí queda mucho mejor", apunta, para añadir después: "Ya no se ponen tantos trajes como antes, que aquí era donde se podían lavar bien. Pero ahora por ejemplo hay más cosas del hogar, que incluso vamos a limpiar a domicilio".

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