Las casetas de helados en Gijón ya están en verano: "Es el mejor inicio en años"

El buen tiempo dispara las ventas en los puestos del paseo del Muro a dos semanas del cambio de estación

Gabriel Cuesta

Muchos son los gijoneses que tienen la misma devoción por los cucuruchos que por el primer bañín de la temporada en San Lorenzo. Disfrutar de un helado de las casetas del paseo del Muro para refrescar el cuerpo es casi "una necesidad". Más con el calor en este arranque "excepcional" de junio, que llega después del buen tiempo de mayo. Ayer, cayeron en ese gélido pecado unos cuantos. La mayoría optan por sabores clásicos como el chocolate y el turrón. Otros son algo más innovadores. Entre ellos, estaba Agustín González, a la altura de la escalera 7. "¡Es que presta un montón!", exclama mientras le pega un buen bocado al cucurucho en el que reposa un helado de la famosa galleta Oreo.

Al otro lado del mostrador, la que le despacha es toda una veterana. Nada más y nada menos que trece años lleva manejando con maestría el sacabolas María José Corrales. "Ayuda que las temperaturas son más cálidas con respecto a cuando yo empecé. La temporada de helados se alarga", celebra, mientras sirve un cucurucho de nata al padre de un niño inglés, que le da un lametazo nada más sujetarlo en su silla. Esta heladera cree que la temporada "ha empezado más fuerte de lo normal". Y no solo por los gijoneses. "Ahora llegan antes los ingleses y los alemanes. Los franceses suelen ir algo más rezagados. Y con un verano a la vuelta de la esquina ya 100% normalizado tras varios con restricciones o miedos por el covid, esperan que esta temporada sea "la mejor de los últimos años".

Y de una heladera veterana, a una caseta con solera. La de La Ibense. Con su coqueto puesto de rayas frente a la escalera 9. Ahí debuta despachando helados Deva Blanco. "Es mi primer año y espero que sea mejor que los anteriores al no haber restricciones", confiesa ilusionada esta joven. No podían faltar en su mostrador clásicos de esta emblemática casa como el de turrón, mantecado y chocolate. Todos hechos de forma casera. "Entre los mayores, triunfan. Pero a los más pequeños suelen gustarles más el sabor fresa y el de chicle", matiza. Sin olvidar su emblema: el suculento y famoso bombón marca de la casa.

Todas las casetas abren de forma maratoniana en verano. Pronto por la mañana y hasta que prácticamente se hace de noche. Los madrugadores levantaron la persiana ya en Semana Santa. No solo venden helados. También refrescos, patatitas, gominolas... Un debutante en este arte es José María Moirón. "Ahora mi horario lo marca el cielo", bromea. Ha cambiado los andamios y la albañilería por despachar felicidad en forma de bola fría a la altura de la escalera 3. "Las ventas todavía tienen que ir a más. La Semana Santa fue muy buena y se espera buen tiempo en verano. Cogerá ritmo cuando los ‘peques’ terminen las clases y los adultos empiecen a coger vacaciones. Y lleguen ya más turistas", avanza.

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