Opinión

La maqueta del "Simancas" y su traslado

Dudas y cuestiones sobre el traslado de la réplica de las ruinas del "Simancas", valorada en 25.000 euros

La maqueta de las ruinas del «Simancas»,  en su estado original.

La maqueta de las ruinas del «Simancas», en su estado original. / Biblioteca Padre Patac

En 1942 el Ayuntamiento de Gijón contrató el que quizás haya sido uno de los encargos más peculiares de su historia: la maqueta de las ruinas del "Simancas".

La pieza reproduce el recinto del Colegio de La Inmaculada, fundado por los Jesuitas en la subida a Ceares, reducido a escombros en 1936 como consecuencia de la fallida sublevación contra el gobierno de la Segunda República del regimiento de infantería "Simancas”. La rebelión supuso para Gijón el inicio de un conflicto bélico que no tardó en causar numerosas víctimas civiles y también propició la destrucción del relevante patrimonio documental que albergaba el edificio: el archivo, la biblioteca y la colección de bocetos del Instituto de Jovellanos. Este centro había sido trasladado a Ceares en 1932 tras la disolución de la Compañía de Jesús y el paso de sus bienes al Estado. En el mismo recinto se emplazó también al citado regimiento militar en 1934.

Tras la finalización de la guerra civil, el franquismo convirtió el lamentable episodio en un acto heroico y las ruinas en un lugar de exaltación del golpe de estado.

Pero no tardó en surgir un problema: el retorno de la Compañía de Jesús a España conllevó la devolución de sus bienes, las ruinas pasaron así a tener los días contados ante los planes de reconstrucción del colegio gijonés por parte de sus propietarios. La solución al asunto implicó tres actuaciones en el inmueble con las que perpetuar la memoria de los denominados "Héroes del Simancas": levantar un monumento conmemorativo en el exterior del edificio, ubicar un panteón para los caídos dentro de la iglesia y dedicar una sala para "museo del Simancas". Aportar su único contenido, la maqueta de las ruinas, corrió por cuenta del Ayuntamiento.

La pieza fue encomendada a la empresa madrileña Maquetas Unión, propiedad del modelista Eusebio García Morales. El encargo sumó dos peculiaridades: sus grandes dimensiones –más de 74 m2– al hacerse a escala 1:20, así como el empleo de restos de las ruinas para su elaboración. El importe de esta pieza alcanzó una cifra considerable en plena posguerra: 38.000 pesetas presupuestadas que ascendieron hasta 42.000 en la liquidación final.

Realizada en Madrid, la obra fue dividida en secciones debido a su tamaño y peso, siendo transportada en tren hasta Gijón en el verano de 1943 y, finalmente, montada aquí por su autor previa construcción de la necesaria base de madera. Su inauguración se efectuó el 21 de octubre de 1943 –coincidiendo con el sexto aniversario de la ocupación de Gijón– aunque la pieza no quedó rematada hasta inicios de 1944.

La maqueta permaneció en el edificio casi 80 años, ya que fue retirada de esa ubicación durante el verano del año pasado. En su traslado concurren una serie de circunstancias llamativas.

En 2011, tras manifestar los responsables del Colegio su interés en que el Ayuntamiento se hiciese cargo de la maqueta, desde la Alcaldía se consultó al Ministerio de Defensa su posible donación con destino a un museo militar. La propuesta no contaba con que el Museo del Ejército ya poseía una réplica de esta maqueta a menor escala, realizada por el escultor Francisco González Macías y regalada por el Ayuntamiento de Gijón en 1971, obra que actualmente está almacenada en su sede de Toledo. No obstante, la iniciativa fue bien recibida, si bien se detalló como condicionantes la necesidad de que los gastos de embalaje para su traslado corriesen a cargo del Ayuntamiento y de que, previamente a la formalización de la donación, la pieza debía de permanecer seis meses depositada en Archivo General Militar de Ávila. El asunto no pasó de ese primer contacto, nada se hizo y ni siquiera trascendió mediáticamente.

La situación cambia en 2019, en puertas de las elecciones municipales, ya que en mayo de ese año el denominado "Museo Militar de Asturias" –una colección privada ubicada en El Cuetu, Lugones, con acceso público de pago– anunció en su cuenta de Facebook el traslado de la maqueta a su sede en Siero. Un anuncio sorprendente tanto por provenir de un particular como por adelantarse medio año a la notificación oficial de aceptación de la donación por parte del Ministerio de Cultura, sin que conste cual fue el motivo para activarla en ese momento, ya que por parte del Ayuntamiento de Gijón parece que no se efectuó ningún trámite al respecto. Esto implica que, presuntamente, no se ha formalizado legalmente dicha cesión, ya que no consta acuerdo de ningún órgano ni autoridad municipal que la refrende, ni documento que la respalde ni especifique sus condiciones. Consultada hace medio año esta posible anomalía con la Secretaría Municipal, no se ha obtenido ninguna respuesta.

A esta primera cuestión se suma otra: el Ministerio de Cultura destinó la maqueta al Museo Militar de A Coruña, pero nunca llegó a ese destino, ya que a finales de 2020 el Ministerio de Defensa asignó su cesión temporal a la colección privada de El Cuetu, confirmando así lo anunciado en sus redes sociales casi año y medio antes. Finalmente, la maqueta fue retirada entre junio y julio del pasado año de su emplazamiento en Ceares, operación que generó confusión debido a la publicación de una información errónea que atribuía su donación a la dirección del Colegio, sin que esta realmente tuviese nada que ver en el asunto tal y como hizo público mediante un comunicado oficial.

La maqueta, en la fecha en la que esto se escribe –17 de marzo de 2024–, sigue figurando en el Registro de Bienes histórico artísticos del Ayuntamiento que puede consultarse en línea. La pieza fue tasada en 2020 por el Ministerio de Defensa en 25.000 euros.

Tras todo esto surgen preguntas inevitables: ¿la tramitación administrativa de este proceso ha sido correcta?, ¿pueden enajenarse bienes artísticos municipales sin, aparentemente, tener conocimiento de ello la Corporación Municipal?, ¿es esto una excepción o existen más casos?

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