La figura de la semana | Nuevo presidente del grupo Covadonga

Joaquín Miranda, orgullo grupista de corazón rojiblanco

Serio y trabajador, el nuevo presidente es cercano y bromista, fundó un pub musical en los noventa, pinta cuadros y piensa seguir pinchando música

Joaquín Miranda

Joaquín Miranda / Mortiner

Pablo Palomo

Pablo Palomo

A Joaquín Miranda los ojos se le encharcaban de emoción el pasado domingo en el Braulio García cuando, unos minutos antes de los resultados finales de las elecciones del Grupo Covadonga, ya se sabía vencedor de los comicios con más participación de la historia del club sociodeportivo más importante de Asturias. Ese gesto, apenas imperceptible, puramente emocional, mientras atendía a la prensa y repasaba de forma pormenorizada lo que había dado de sí la jornada y la campaña electoral, resume la personalidad del flamante presidente del Grupo.

La anécdota del pabellón es oportuna porque Miranda es un hombre de datos, sí, pero también de relato. Por su antigua condición de tesorero, podría parecer que es un hombre entregado solo a los fríos números. Y ni por asomo. Serio, formal y trabajador son adjetivos que le describen tan bien como los de alegre, cercano y amable. Miranda es una persona que entiende y respeta el protocolo, pero que no desprecia la ocasión de hacer una broma para destensar un ambiente excesivamente rígido. Y es que detrás de su imagen de presidente del Grupo, sin necesidad de escarbar mucho, lo que se encuentra es una personalidad polifacética, inquieta y de amplio espectro. Miranda tan pronto se calza el chándal para levantar pesas, que pinta un cuadro, calcula una carambola perfecta en un tapete de billar o elige la música que pinchará en algún garito de la noche gijonesa.

En Gijón, como en el resto del universo conocido, al menos que se sepa, tiempo y espacio van de la mano. Así que es importante resaltar que Joaquín Miranda es un gijonés nacido hace 60 años en el barrio de El Coto. Escorpio, para los que crean en el horóscopo. La vida del barrio fue importante en sus primeros años y conoció los años dorados de esta bendita ciudad, tan olvidada ahora en Madrid, y también los días de vino y rosas de su Sporting del alma. Con Miranda hay que tener una cosa clara. A lo mejor al billar se le puede ganar una partida, pero es casi imposible ser más grupista y sportinguista que él.

Como él cuenta, el "veneno" por el Sporting se lo metió su padre, Joaquín, antiguo trabajador de Ensidesa ya fallecido. Ese sentimiento, que ya es algo más, no lo ha perdido. Y es extraño que no acuda a El Molinón. Lo hizo, de hecho, el pasado sábado, nada más terminar en Las Mestas la campaña electoral. Hay partidos que tiene grabados. Cita, como uno de los que más le marcaron, la victoria europea contra el Torino. Tres a cero con gol olímpico de Ferrero, recita de carrerilla. También las pugnas contra el Madrid y las finales de Copa del Rey perdidas, porque estuvo presente tanto en Madrid, como en Valladolid.

Su padre, como su madre, María Victoria, trabajadora del antiguo colegio Blanca Rosa, también fue clave en su pasión por el Grupo. Sin embargo, ella justamente le animó a que no se presentara a las elecciones. Como buena madre, pero también como grupista consciente de las obligaciones, críticas y seguramente envidias con las que tendrá que lidiar Miranda, le previno para evitarle sufrimientos. Ahora que las urnas le han dado la victoria, ha espantado un poco sus reticencias. En ello ha influido lo de poder presumir de hijo ante sus amigas y vecinas. De nuevo, como buena madre.

Hablábamos antes de la faceta de Miranda como pinchadiscos, quizás una de las más llamativas. Sin embargo, los que mejor le conocen saben que su vida ha estado marcada por la música desde el principio. De hecho, hace 30 años, en esos primeros años de la década de los noventa, con el Xixón Sound en eclosión, eso que los entendidos dieron en llamar "la movida gijonesa", tuvo un papel protagonista. Fue uno de los fundadores del pub "Zero", un local frente al colegio Corazón de María que hoy es un estudio de tatuajes, y por donde pasaron grupos como "Australian Blonde", entonces en sus inicios. Entendido de la música indie española, Miranda piensa seguir compaginando su afición por las sesiones de música con sus obligaciones como decimoséptimo presidente del Grupo. Le dicen, medio en broma, medio en serio, que se ponga una careta.

Bromas de este calibre son sencillas de hacer con Miranda porque, y aunque ya se ha remarcado, es un hombre serio y trabajador, es una persona sencilla de tratar. Siempre cercano, amable y colaborativo. Aficionado al deporte, el fútbol no solo le gusta verlo, sino jugarlo. Lo hizo durante muchos años en equipos de fútbol sala y de playa. Mucho de su tiempo libro lo emplea levantando hierros en el gimnasio y rara es la semana que no se le ve por la sede de Begoña para jugar largas partidas de billar. Viajar junto a su mujer, Alegría Gutiérrrez, y sus dos hijas, Nuria y Lucía, cuanto más lejos, mejor, es otra de sus aficiones. Dos hijas que son su ojito derecho y que tanto le han ayudado, ayudan y ayudarán en la labor que ahora afronta: regir el club sociodeportivo más importante de Asturias y uno de los más importantes de toda España.

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