El enésimo varapalo a una infraestructura clave: Los barrios y parroquias afectados

La rutina que se eterniza en la avenida gijonesa en el punto de mira: ruidos constantes y bayetas negras

Vecinos y comercios de Príncipe de Asturias tildan de "lamentable" el fracaso del vial de Jove: "Las ventanas se ensucian a la media hora de limpiarlas"

El hostelero José Quintas, en su cafetería de la calle Chile, mostrando una bayeta usada y sin usar.

El hostelero José Quintas, en su cafetería de la calle Chile, mostrando una bayeta usada y sin usar. / Juan Plaza

Más que de coche o de un buen armario, en la avenida Príncipe de Asturias se presume de ventanas. Los vecinos conocen los mejores modelos del mercado, saben de la resistencia del PVC y del aluminio y del poder del doble acristalamiento. Jairo Álvarez, vecino de toda la vida de este entorno y desde hace tres años de la propia avenida, dice haberse gastado "una pasta" en cambiar las suyas cuando se mudó. Su vecina María Sanjosé, tras más de 20 años en la avenida, tampoco se imagina ya su vida sin ventanas aislantes. Ambos viven en bajos y cronometran el tiempo para ventilar la casa para que no entre el polvo. Durante el día, la televisión o un poco de música, dicen, ayuda a disimular el ruido, pero a Álvarez, por las noches, y con ventanas y todo, todavía lo despierta algún camión. La caída de la licitación del vial de Jove, ahora, los regresa a la casilla de salida. "Llevamos así demasiado tiempo", lamenta ella.

La rutina que se eterniza en Príncipe de Asturias: ruidos constantes y bayetas negras

El vecino Jairo Álvarez, en un paso de peatones del vial. / Juan Plaza

Tampoco recuerda Remedios García una vida sin camiones rumbo a El Musel. Ella vive en el tramo más pegado a estos accesos y, aunque no acaba de entender muy bien cómo surgió el fiasco de la obra, considera que lo que se pretende hacer en Jove –un vial en superficie– es un "destrozo", pero empieza a no ver muchas alternativas. "El tráfico por algún lado tendrá que pasar, ¿no?", se pregunta. Ella explica que, en todo este entorno, y además de las ventanas, la orientación de la vivienda es también clave. En su caso, como vecina de un piso "más recogidín", el ruido apenas lo nota, muchos menos ahora. "No pasan ni la cuarta parte de los camiones que pasaban en la época buena", asegura.

La rutina que se eterniza en Príncipe de Asturias: ruidos constantes y bayetas negras

Soledad Sánchez, en la bocacalle de Chile que lleva a la avenida. / Juan Plaza

Esos años de tráficos constantes a El Musel los recuerdan ya pocos vecinos, pero Emilio Llamazares, otro veterano de la zona, confirma la memoria de García. "Veías subir el humo de los camiones hacia arriba. Era una barbaridad", asegura. El gijonés, con su vivienda en el medio de la avenida, no echa nada de menos aquellos años de camiones en caravana, pero tampoco está conforme con la situación actual. Ayer se tomaba algo en una de las pocas terrazas de la zona, ubicada ya en la calle Chile, con su hijo, que se llamaba como él, con Flori Corao y con Ángeles Suárez y Miriam Montes, que son madre e hija. "Los camiones tienen que quitarlos ya. Que los hagan pasar por donde quieran, pero por aquí ya no se puede", reivindica Suárez. "Que los manden para Oviedo", bromea Llamazares hijo. Suárez replica: "En realidad, por el túnel aquel (de Jove) tampoco iban a entrar las mercancías especiales, así que la solución tampoco era total". Y aclara que su marido, que es transportista de este tipo de elementos, suele tener turnos de noche, precisamente, para tratar de no afectar al tráfico ordinario. "Lo que pasa es que la contaminación es la misma por el día y por la noche", apunta Corao. Sobre el tema de las ventanas, consenso general: todos las tienen "buenas" y todos las limpian a diario.

La rutina que se eterniza en Príncipe de Asturias: ruidos constantes y bayetas negras

Por la izquierda, Flori Corao, Emilio Llamazares hijo y padre, Ángeles Suárez y Miriam Montes, ayer, en la terraza de Quintas. / Juan Plaza

Esta terraza corre a cargo del hostelero José Quintana, que también es vecino de la zona. "Por aquí se nota mucho la contaminación y el tema de los ruidos. Hay que vivir aquí para ver qué supone el tráfico. Vemos cientos de camiones al día", explica. Como los vecinos con sus ventanas, su guerra particular es tener limpio el local, sobre todo, las mesas que tiene al aire libre. Enseña dos de sus bayetas, ambas amarillas, pero una usada y otra por estrenar. La que ya le ha dado servicio luce ya negra, como si se hubiese estado usando semanas. Añade que sus clientes llevan semanas quejándose del fiasco de la licitación en sus charlas de mostrador.

1. El hostelero José Quintas, en su cafetería de la calle Chile, mostrando una bayeta usada y sin usar.  2. María Sanjosé, cruzando la avenida Príncipe de Asturias. 3. El vecino Jairo Álvarez, en un paso de peatones del mismo vial. 4. Remedios García, a la altura del entronque con la avenida de Galicia. 5. Por la izquierda, Flori Corao, Emilio Llamazares hijo y padre, Ángeles Suárez y Miriam Montes, ayer, en la  terraza de Quintas. 6. Soledad Sánchez, en la bocacalle de Chile que lleva a la avenida. | Juan Plaza

María Sanjosé, cruzando la avenida Príncipe de Asturias. / Juan Plaza

En este mismo entorno entre Chile y la avenida vive, desde hace décadas, Soledad Sánchez. "Llevo más de 40 años escuchando que nos van a quitar los camiones, pero aquí seguimos. Los vecinos llevamos muchos años sufriendo con esto. El ruido del tráfico es tremendo y estamos todos los días limpiando el polvo. No hay derecho", reprocha. Ella está participando de manera activa en la campaña de protestas que lidera toda la zona Oeste y con el amparo de la federación de asociaciones vecinales (FAV) de la zona urbana. "Apoyo a los vecinos de Jove, pero con todo esto lo que no se puede olvidar es que los que vivimos en la avenida llevamos demasiados años esperando. Nos tienen que dar una solución; esta zona no puede seguir así", urge.

La rutina que se eterniza en Príncipe de Asturias: ruidos constantes y bayetas negras

Remedios García, a la altura del entronque con la avenida de Galicia. / Juan Plaza

Porque la sensación en este tramo de Cuatro Caminos es que fracaso del vial de Jove vino a ser la "puntilla" a una zona Oeste en la que las mejores pendientes se van acumulando. Jairo Álvarez espera que una de las promesas que puedan cumplirse pronto sea el derribo de la nave de Flex. "Limpio las ventanas para que vuelvan a estar negras en media hora y para que las vistas que tenga sea esa nave abandonada. Es lo primero que veo por las mañanas", se lamenta.

José Antonio González, por último, es el encargado de una tienda de ropa en el entronque de Príncipe de Asturias con la avenida de Galicia. "El tráfico que pasa por aquí es abrasivo: coches, ambulancias, camiones... Creo que en pocas ciudades de España ocurre algo como lo que pasa aquí", explica el comerciante, que aclara para que este tramo, muy residencial y con una red de comercio de barrio aún fuerte, resulta hoy "contraproducente" seguir en medio de una avenida con tanto tráfico rodado. "Llevo ocho años en este local y veo accidentes constantemente por coches que se despistan en un giro. Lo que ha pasado con el vial de Jove es lamentable", asevera.

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