Da una charla hoy en Gijón | Carlos Cordero Ruipérez Miembro de la asociación policial Itepol

"Sería clave que una institución pública cuantificara las agresiones a policías"

"Crecieron los ataques con armas de fuego y la mitad fueron con escopetas, por lo que habría que dotar y formar a agentes en estos medios"

Carlos Cordero.

Carlos Cordero. / LNE

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Carlos Cordero Ruipérez (Valencia, 1984) es miembro de la asociación Itepol. Le apodan "Caco". Trabaja actualmente en Valencia y lleva 17 años siendo policía. Es experto en defensa personal y formador de agentes. Participa hoy, a partir de las nueve y media, en una jornada en el recinto ferial Luis Adaro cuyo título es "Enfrentamientos armados, actuación policial y consideraciones legales".

–Según el informe de Itepol, que recoge agresiones a policías con armas de fuego, objetos contundentes y armas blancas, dichas agresiones crecieron un 195 por ciento el año pasado. ¿A qué se debe?

–Hay varios factores. Itepol es una asociación con diez años de vida. Últimamente, gracias a medios de comunicación como LA NUEVA ESPAÑA, hemos tenido más publicidad. Eso hace que lleguemos a más compañeros y sindicatos nacionales y obtengamos más datos. Sin embargo, somos conscientes de que hay mucha cifra negra. No tenemos la capacidad de una institución pública o un Ministerio para hacer la recogida de datos. El aumento de las agresiones sucedió antes de la pandemia y tras ella se frenó.

–¿Influyen las drogas y la salud mental?

–Sí, en la calle nos hemos dado cuenta de que tenemos más intervenciones con personas que se encuentran bajo los efectos del alcohol y las drogas. También hay casos de personas con enfermedades mentales. Todo eso se une para llevar a ese tipo de agresiones. También percibimos una pérdida de la autoridad. Percibimos que, sobre todo los adolescentes, van con armas blancas por la calle o a cualquier evento. Antes, cuando eras pequeño no se te ocurría ir a la discoteca de tu pueblo con un cuchillo. Ahora eso lo estamos viendo.

–Los pinchos en las peleas son habituales.

–Sí, sí. También cuchillas o filos. Algo puntiagudo, aunque sea poco afilado, puede ser mortal si te da, por ejemplo, en el cuello. Estas situaciones con armas blancas se pueden dar también en domicilios en casos de violencia doméstica, de pareja o de padres a hijos que reciben a la Policía con un cuchillo. No es solo la gente armada por la calle, sino intervenciones en casa.

–¿Y por qué pasa ahora?

–Bueno, estas cosas antes también podían ocurrir, pero no tenían tanta repercusión como pasa hoy con las redes sociales.

–¿Sería bueno que una institución pública recogiera esos datos?

–Ojalá fuera así. Hay estadísticas de todo tipo, como de violencia de género o o de seguridad vial, pero no de agresiones a policías. El Instituto Nacional de Estadística diferenciaba entre atentados y resistencias a la autoridad, pero ahí se quedaba. En Estados Unidos, el FBI hace estadísticas con el fin de hacer protocolos. Eso es lo que ayuda, así como dar una serie de medidas de seguridad.

–¿Como cuáles?

–Se está viendo la necesidad de llevar chaleco. Hace diez años no se solían llevar y ahora es raro que un agente no se lo ponga. También es habitual ahora llevar un botiquín de control de hemorragias. Es común ver todas las semanas cómo un policía corta una hemorragia a alguien, en una situación de vida o muerte, con un torniquete comprado por uno mismo.

–¿Pero percibe una pérdida de respeto a la Policía?

–El principio de autoridad se ha perdido. Cuando empecé, hace 15 años, ibas a un parque a tratar con los jóvenes y la cosa se quedaba ahí. Pero ahora cualquier chaval de 14 o 16 años que va en patinete y le llamas la atención te vacila. Si se falla en los primeros estadios de realización de conductas incívicas, esa persona sigue escalando y lo que empieza con un hurto en un quiosco puede derivar en un robo con violencia.

–¿Cómo puede ser que las agresiones con armas de fuego hayan crecido un 230 por ciento?

–La mitad de las agresiones con armas de fuego fueron con escopetas. Es decir, con un arma larga. Y hemos tenido casos con subfusiles. Todos los policías en España llevamos un arma corta, pero nunca un arma larga, y mucho menos en las policías locales. Si la estadística nos está demostrando que hay agresiones, aunque sean pocas, hacia policías con armas largas, quizás habría que dotar y formar a los agentes en estos medios. En muchas intervenciones que se producen por parte de los grupos de investigación e intervención en casas de personas dedicadas al narcotráfico, cuando creen que les van a quitar la mercancía, directamente disparan sobre la policía.

–La desventaja entre la pistola reglamentaria y un subfusil es evidente.

–Claro. Además, es raro el tipo que tiene ese clase de armas y que no sabe manejarla. El año pasado hubo un caso de un hombre que le dio un ataque de celos en un caso de violencia de género. Fue a buscar a su expareja a un chalé, pero no estaba. A la llegada de la Policía, lo que hizo fue dispararles con una escopeta. Afortunadamente, el hombre acabó fallecido y los agentes no resultaron heridos, pero eso no es lo normal. Cuando una persona tiene una escopeta y es un cazador profesional, raro es que no terminen falleciendo policías. Sucedió en Argamasilla de Calatrava (Ciudad Real) hace un año.

–El informe no recoge agresiones en Asturias, pero sí las hubo. Una de las últimas en El Coto.

–Insisto en que hay mucha cifra negra, porque nuestros datos vienen por compañeros o medios de comunicación. El año que viene los casos del decapitador de Soto de Ribera y el caso que dice de El Coto, en Gijón, ya aparecerán reflejados. Que no salgan en la estadística no quiere decir que no los haya habido.

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