Entrevista | Nuria Prims Actriz, recoge el «Premio Rambal», concedido de forma póstuma a Agustí Villaronga

"Cuando Vox trató de retirar el premio, me reí mucho y desde muchas perspectivas"

"Agustí Villaronga era un genio y un ser lleno de agradecimiento"

"Hay que seguir picando piedra en defensa de las personas LGTBI"

Nuria Prims, ayer, en el Muro. | Marcos León

Nuria Prims, ayer, en el Muro. | Marcos León / Gabriel Cuesta

Nuria Prims i Martínez (Barcelona,1972) será la encargada de recoger hoy el "Premio Rambal" del FICX, en colaboración con la asociación XEGA, concedido de forma póstuma al director Agustí Villaronga, fallecido a principios de año. "Ha sido un gran defensor de las minorías; era un genio, un poeta...", ensalza la actriz, quien retornó a los escenarios gracias al galardonado.

–¿Qué pensaría Villaronga de este reconocimiento?

–Era un ser lleno de agradecimiento. Era muy empático y siempre veía más allá de las formalidades. Estaría muy contento, seguro. Siempre ha sido un defensor de las minorías y los colectivos, sea cual sea, que no tienen la el reconocimiento, a los que les falta la tranquilidad de vivir como la mayoría.

–¿Cómo plasmó eso en su obra?

–Nunca abordaba directamente el tema de una homosexualidad. Pero sí la sensualidad de la belleza y en la belleza de la oscuridad… En muchos de sus proyectos se respiraba eso. Y no solo hablaba de la sexualidad, hablaba de las injusticias, hablaba de los tormentos humanos y, entre ellos, está la sexualidad

–¿Cómo surge que recoja usted el galardón?

–Tendríamos que subir un millón de personas a recoger este premio. Es una mezcla de ilusión, felicidad y tristeza. Todavía está muy presente. El duelo todavía está ahí. Lo adoraba y lo admiraba como persona y como profesional Me siento halagada, pero al mismo tiempo siento una enorme responsabilidad porque creo que son muchos los que tendrían que subir a recogerlo. Me siento demasiado privilegiada, no sé si soy suficientemente merecedora de esto.

–Sus caminos se cruzaron cuando él consiguió que volviese a actuar.

–En un momento de mi vida, decidí dejar la profesión y me fui a vivir a Menorca. Me alejé radicalmente y asumí que habría directores con los que nunca tendría la oportunidad de trabajar. Entre ellos, en esa fantasía, estaba Agustí. Admiraba mucho su cine. Y a los ocho años de parón me llama, me ofrece hacer "Incerta glòria" y me dice que siempre había pensado en mí mientras estaba escribiendo. Volver a la profesión fue muy difícil, algo que es lo que llevas dentro y quieres hacer, pero que también te da mucho miedo. Volví a lo bruto, a lo grande al trabajar con él. Eso es un privilegio. Era un poeta, un artista… Un genio. Hemos compartido muchas situaciones, preciosas y también dolorosas.

–¿Cree que el cine es el elemento clave para luchar contra la LGTBI-fobia?

–No sé si es clave… pero sí es un elemento que debe aportar. Esa lucha debe estar en el cine, en el arte, en la calle, en la política, en la televisión, en las escuelas… Todavía no entiendo que exista ese rechazo. No lo entiendo, no lo asimilo. Hay un problema grave; estamos volviendo atrás y eso hay que lucharlo.

–¿Es importante este tipo de reconocimientos en el sector?

–Claro que es importante. A mí lo que me disgusta es que tenga que dársele esa importancia. Lo que quiero decir es que tendría que ser todo mucho más natural. Debería estar todo mezclado. Que si cine de mujeres, LGTBI, del tercer mundo… Pero pensar en que todo vaya mezclado, sin diferencias, es una utopía, es ficción. Así que me parecen muy interesantes y muy necesarios este tipo de gestos.

–¿Qué sintió al enterarse de la polémica con Vox, que quisto retirar el "Premio Rambal" de FICS? Acabó con la expulsión del partido del gobierno local.

–Me reí mucho, desde muchas perspectivas. Me reí mucho cuando se propuso y me reí luego de alegría, cuando no lo consiguieron. Y me gustaría no haber tenido que reírme. Que no hubiera pasado nada de todo eso.

–¿Qué le falta por andar al sector en materia LGTBI?

–Al final, el cine no deja de ser el reflejo de la sociedad en la que vivimos. Creo que estamos en el buen camino, aunque sea duro. Hay que seguir picando piedra. Llevamos en esta lucha desde hace demasiados años. A nivel social también se ha retrocedido mucho, pero no hay que tirar la toalla y, sobre todo, hacerlo todo desde el amor. Y al decir desde el amor me refiero a no dejarse influir por quien quiera hacer mal, quien quiera hacer daño. Es la manera más positiva y más sana y más inteligentemente rápida para ir avanzando. Desde la luz, desde el amor y desde la inteligencia.

–¿España es a veces tan poco abierta de mente como parece?

–En una sociedad hay gente de todo tipo, con diferentes opiniones y maneras de ver la vida. Lo que pasa es que algunas son respetables y otras no. El maltrato, el ignorar…Como sociedad, cuando la política o el poder alimenta estas partes oscuras, pues hay más setas de las que pensábamos y que hasta ahora no se habían manifestado. Pero, por suerte, sigo pensando que no es una mayoría.

–¿Y cuál es el problema?

–Hay mucha manipulación. Mentir, como por ejemplo en el tema de la inmigración, y que alguien sin el suficiente ojo crítico lo crea. "Si odias a estos, que nos quitan el trabajo, vas a vivir mejor". Hay gente que compra ese discurso y lo vota.

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