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Tino Pertierra

Crítica

Tino Pertierra

"Armageddon time": la (lev)edad de la inocencia

James Gray rastrea su propia memoria en "Armageddon time" con austera sensibilidad y una contenida emoción, con un grandioso Anthony Hopkins y un guion más bien previsible que no redondea la jugada

Armageddon Time (James Gray)

Armageddon time

De James Gray. Con Anne Hathaway, Jeremy Strong, Michael Banks Repeta, Anthony Hopkins.

Y Ronald Reagan ganó las elecciones. Un drama para muchas familias, y la del cineasta James Gray fue una de ellas. Así lo refleja en uno de esos momentos de Armageddon time que sirven para enlazar la trama personal con el órdago político que cerró la Casa Blanca a cal y canto contra el progreso y la tolerancia. No por casualidad aparecen también los genes de los Trump repartiendo estopa rancia y reaccionaria. Tras dos aportaciones nada convencionales al cine de género con "Ad Astra" y "Z. La ciudad perdida" (tan fascinantes como extenuantes por momentos), Gray vuelve la vista hacia atrás sin ira para mostrar el proceso de maduración de un niño sometido a todo tipo de vaivenes emocionales. Desde el primer momento sabemos que lo va a pasar mal en un mundo de adultos poco preparados para tratar con una personalidad contradictoria, impertinente, confusa e irritante.

¡Claro, es un crío! Gray coloca a su protagonista en un tablero con el que el cine ha jugado muchas veces. La originalidad no es el fuerte de la película, y hay que incordiar un poco avisando que el guión roza lo previsible y que en su tramo final introduce un irrelevante giro de criminalidad poco creíble. La cámara austera de Gray acecha una mirada ingenua (no siempre inocente) rodeada de profesores que no saben motivar a sus alumnos ni sacar provecho a las habilidades singulares (la pintura en el caso del niño Paul). De padres superados por los problemas, capaces de darlo todo por sus hijos pero que se quedan sin argumentos ni recursos cuando las cosas vienen mal dadas y la desobediencia campa a sus anchas. Y no valen los cinturonazos para arreglarlo. De una sociedad donde impera el racismo y tan clasista que todo el engranaje educativo parece creado para ensalzar a los pudientes y aplastar a los humildes. Menos mal que a Paul le queda su abuelo: sabio, comprensivo, lúcido, entrañable. Grandioso Anthony Hopkins: todas sus escenas son para recortar y pegarlas en la memoria.

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