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Crítica / Arte

Colectiva en "El Estudio"

Una muestra que reúne obra de Pelayo Ortega, Rodolfo Pico, Isabel Gil y Juanjo Prieto, entre otros, para despedir la época navideña

Como otros años, Juanjo Prieto ha puesto una colectiva de Navidad en su taller de enmarcación del Llano del Medio, cerca de la iglesia de la Milagrosa. Comentamos alguna de las piezas expuestas.

De Pelayo Ortega hay dos obras. Una pequeña cara que sonríe, pintada en blanco apretando el mismo tubo de pintura y sobre los colores de la bandera francesa. (Ensayo para la misma obra, la bandera que sonríe, a gran tamaño que Pelayo regaló al Museo Evasriso Valle). Y "La ciudad de Dios", obra de hace más de veinte años, de cuando Pelayo Ortega se interesaba por San Agustín, obra concebida en un viaje iniciático que incluía a Mondoñedo. Una ciudad amurallada hacia la que camina un peregrino. La ciudad se alza a modo del Mont San Michel, pintada con colores sucios y oscuros, revalorizados por toques azules que perfilan las edificaciones en ascenso, coronadas por toques de montañas azules. Algo que hace pensar en la Jerusalén celestial que describe el Apocalipsis (cap 21, v. 1-22). Pelayo expone actualmente en la galería Ármaga de León.

Rodolfo Pico comparece con "El obrero de las estrellas", personaje en negro que bajo una señal de "obras" palea estrellas hacia el cielo. Como estamos en Navidad, alguien diría que este obrero está abriendo camino para dejar paso a la estrella que conduce a los Magos hacia Belén. Pero la simbología de Rodolfo Pico siempre va un poco más allá. Para mí que este obrero establece una relación trascendente entre el ser humano y el universo.

Isabel Gil Sánchez, una mujer joven licenciada en Bellas Artes por San Carlos de Valencia, recientemente seleccionada en la Feria de Arte de Oviedo, expone un cuadro titulado "Detrás de las paredes". Una muchacha vestida de rojo parece celebrar que se ha librado de algo que ocurre en una casa a sus espaldas. ¿De qué ha escapado? La lectura queda abierta. Isabel Gil regenta una tienda de materiales para pintar, frente al taller de El Estudio.

Diego Fernández Columé (Isla Cristina, Huelva, 1958) es profesor de violín en el Conservatorio de La Laboral, Gijón. Pero también imparte cursos de pintura en diversas ciudades y lleva a sus espaldas más de 30 exposiciones individuales. Ahora mismo expone en la Casa de Cultura de Llanes. Aquí, en El Estudio, ofrece un paisaje medio nevado, que con gran acierto trabaja a base de pincel y espátula, aplicando a la pintura figurativa técnicas propias de lo abstracto. Incansable trabajador es Diego F. Columé.

Albino Fuente Bernardo (Gijón, 1955) cultiva un arte que se apoya en dibujo sólido con toques de color. Aquí presenta una vista de los edificios del puerto viejo, a la derecha la antigua rula, en el centro el edificio de aduanas y a la izquierda la fábrica de hielo. Suavidad de color y maestría de reflejos en el agua.

Tres obras de Miguel Jiménez / Miguel Watio, autodidacta sevillano (1966), afincado en Gijón desde hace 12 años. Cultiva arte pop: colores planos y cierta ironía o crítica social. Aquí tenemos tres obras en pequeño formato, tituladas "Dorian", "Paula" y "Amy", que llevan interiormente geometrías a la manera de los rectángulos y cuadrados de Piet Mondrian.

De José Arias (Gijón, 1953) hay dos obras. La "Playa de los Quebrantos" de San Juan de la Arena, es un vertido a dos colores típico del pintor, que celebró en el verano del año pasado 2015, en el Museo Evaristo Valle 25 años de vertidos. La segunda lleva por título "El mar del verano" y además de vertidos lleva una línea de oleaje azul y blanco a la manera realista tradicional

De José Álvarez, médico traumatólogo en Cabueñes, tenemos una interesante marina del puerto viejo, con barco y fondo del Palacio Revillagigedo, dibujados en negro a base de eliminar pasta blanca de óleo. Delante, tres palmeras a color. La técnica novedosa y la mirada naif llaman la atención.

Hay también un vecino que firma AIK y tiene su taller de dos pisos lleno de centenares de óleos. Hace pintura instantánea, a la primera. Interesante también. Igual que el graffitero Pacheco, pintor de rostros airados.

Dejamos para el final a Juanjo Prieto (Gijón, 1953) el dueño de El Estudio. Enmarcador de culto, que enmarca para gente exigente. Le gusta lo que hace y pone interés en que todo quede bien. Considera una suerte conocer y tratar artistas a través de su trabajo, pues les considera grandes personas. Le ha entrado el gusanillo del arte y culmina su trabajo de enmarcador con obras propias en madera coloreada de muy diversa composición. Muchas son planas, pero también las hay en tres dimensiones. El encaje y la mezcla de colores me recuerda de alguna manera a Rubio Camín. Cuenta Juanjo Prieto que conoció a Camín en la tarde del martes 12 de marzo de 1986, un día antes del referéndum de la OTAN. Llovía a cántaros. Fue a visitar a Camín en Valdediós y el artista les recibió como si les estuviera esperando. Resulta que Camín había acabado de construir una piragua y quería ir a estrenarla al Puntal de Villaviciosa. Le pregunto a Juanjo Prieto cuál es el proceso de sus obras. Y contesta que suele partir de una idea previa, pero luego va probando y combinando piezas y colores hasta dar con algo que le gusta, que casi nunca responde a la idea inicial.

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