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"El Rector", de Pedro de Silva (I)

En un jueves laico, pero casi santo

La necesaria reivindicación de Leopoldo Alas Argüelles

Pedro de Silva, el autor justiciero y generoso, renuncia a sus derechos de autor. La Vetusta de Clarín y el Oviedo actual aparecen en su obra, ocupando las butacas como coro de tragedia griega. Etelvino Vázquez es director-adaptador de la obra "El Rector", de Pedro de Silva. El teatro Campoamor, como se esperaba, respondió con lleno total al estreno de la obra del expresidente del Principado.

Roberto Sánchez Ramos, "Rivi", el concejal impulsor de la puesta en escena de la lección histórica que toda Asturias ha de conocer, está agradecido y entregado por entero a Pedro de Silva y al tiempo, admira el escenario y el ritmo montado por Etelvino Vázquez. A ambos elogia, agradece y recuerda en su continuo fluir de ideas, como parte que es del "arroyuelo murmurante", que Azaña alumbró en la sociedad "El Sitio" de Bilbao, el 9 de abril de 1933, donde se lamenta de la España inquisitorial, intolerante, fanatizada.

La tarde del pasado jueves 26 de abril ante el Hotel España, tras escuchar la intervención de Antonio Santesmases en el Club de LA NUEVA ESPAÑA, en la que disertó sobre las izquierdas y el nacionalismo, comparando las "restauraciones" borbónicas de los dos últimos siglos: la primera, desde el primer gobierno "restaurador" de Cánovas con Alfonso XII a la caída de Alfonso XIII durante los días 12 y 14 de abril de 1931; y la segunda, que viene de 1975, final de la vida y Dictadura de Franco, (a pesar del real Ducado y del Señorío de Meirás, con la Grandeza de España que a su memoria dedicó el rey que él creó, Juan Carlos I, y comienzo del reinado del mismo y que concluirá necesariamente, como los ríos van a la mar, en la proclamación de la Tercera República española).

Luego de la charla, frente al Campoamor, vino la espontánea y sincera concentración de enérgica protesta de mujeres y hombres de todas las edades, clases y condiciones, contra la sentencia del jolgorio navarrico, la conocida como de "La Manada", racha fuerte de viento amargo que barrió la península de nubes y costumbres judiciales marchitas, y cruzó el mundo hasta alcanzar a casi todas las banderas de la ONU y de la UE.

Dos hitos de libertad y disposición cívica, en una misma tarde y en la misma ciudad. El concejal Rivi, imaginativo promotor de actividades culturales, nos cuenta, ante el Hotel España de su relación con el conde de Latores con ocasión de negarle su voto para unos "reconocimientos" locales, y recuerda alguna de las confidencias del militar sobre sus circunstancias madrileñas y ovetenses, tras su renuncia a los honores. Confidencias que don Sabino le hizo en una cafetería, en reunión que duró dos horas, a iniciativa del propio exjefe de la Casa Real...

Entre los "lamparones", propiamente borbones, que definen la calidad del señor al que sirvió, impresiona el suceso de un viaje en avión del anterior rey, coincidiendo con el último trance de su padre, que resulta patética revelación de las prioridades reales.

A cada minuto, el "promotor" teatral rompe su relato regio-anecdótico por el ansía de hablar del "Rector". Frente a "Conrado" a veinte pasos del "España", nos habíamos encontrado con el Franco de la "escena", Carlos Mesa. Más altura que el dictador, ojos profundos, mirada fija y penetrante, bigote correctísimo. Todo va bien, dice el actor. Los ensayos, se trabajan. El entusiasmo, crece de día en día. La fe en el triunfo desborda el escenario.

Rivi ensancha, y aunque a la "representación" no la endulza ni la presencia del canónigo y profesor Don Benjamín Ortiz; ni, por supuesto, la salpimienta ninguna comprensión ni caridad para los victimarios ovetenses, nietos, -dice Juan Antonio Cabezas-, de "La Regenta", que no han perdonado al padre del Rector la radiografía del Oviedo levítico, hipócrita y aburguesado de los años de la "primera" Restauración. El Concejal apuesta a que el público ovetense la aclamará.

"El Rector", tras setenta y siete años, -resaltaba el largo lapso de silencio German Ojeda en el momento en que en la librería Central de Gijón se presentaba el libro con el texto de Silva- renace, a pesar de la Universidad que, según Cabezas, no movió "corporativamente" ni un dedo, para defender la vida de Alas Argüelles, que era la vida de un honrado "culpable", según el propio Rector "de haber defendido la República, de ser de izquierdas, de haber pedido el indulto para los presos de Octubre"?, no debe quedar en una voz que clama en el desierto, sino que en estos momentos de pasiones oscuras ha de ser un reconocimiento limpio y clamoroso de la honradez personal y ciudadana del Rector asesinado. ¡Cuántos hombres así, honrados y creyentes en la igualdad y libertad, y en la posibilidad de sustituir el agonizante, pero sanguinario, sistema capitalista, no necesitarían hoy Asturias y, por supuesto las Españas!...

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