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Profesora del colegio Inmaculada y de la Universidad

¿Cómo se conocieron tus padres?

El uso emocionalmente inteligente de las nuevas tecnologías

Esta frase aparece en uno de los anuncios que se han vuelto virales estas Navidades y ciertamente, el planteamiento da que pensar. ¿Es cierto que no hablamos en las familias? ¿Tenemos tanto desconocimiento de lo nuestro frente a la saturación de información de los personajes que aparecen en los medios? Quiero creer que no es del todo así, pero sí hay que reconocer que, estas semanas, a más de una persona, de dos y de tres las he escuchado hacer preguntas de las que aparecen en el ficticio concurso que juegan las familias. De ahí han surgido conversaciones que tal vez, de otro modo, no se hubieran dado.

Inmediatamente el dedo acusador apunta a las nuevas tecnologías como uno de nuestros grandes males que han roto la comunicación de los hogares de nuestro país. Las redes sociales y los servicios de mensajería hacen que no prestemos atención a lo que ocurre en casa y sí fuera. Creo que es cierto que hay un tema preocupante sobre la mesa que es el del uso (y abuso) de las nuevas tecnologías, sin embargo, demonizar y culpabilizar a los móviles y redes sociales de muchos de los males de hoy en día no conduce a nada y construye muy pocas soluciones a un tema que es, realmente, preocupante.

Negarse al avance tecnológico es negar la evidencia. La tecnología se ha vuelto imprescindible en nuestras vidas y seguramente, en los años venideros, su importancia será aún mayor. Por lo tanto, en donde hay que incidir es en una educación en y para el uso de las nuevas tecnologías.

A esa educación hay que acompañarla de una que incida en los aspectos emocionales que tal vez estén descuidándose más de la cuenta y que provoquen que muchas personas acudan a refugiarse a mundos virtuales y atiendan poco a su vida real.

Pensemos por qué tienen tanto éxito estos anuncios y cuántos del mismo estilo hemos visto estas semanas. Lo tienen por algo muy simple: porque tocan nuestras emociones, porque las despiertan, porque nos hacen quitarnos "el piloto automático". Nos paran y nos hacen mirarnos dentro y a nuestro alrededor y entonces, nos sentimos más humanos, con más vida.

Hay que educar el uso tecnológico de una forma inteligente, emocionalmente inteligente.

Creo que (,) tanto en el uso de las nuevas tecnologías como en cualquier otro aspecto (,) es importante marcar límites. Nuestros jóvenes necesitan saber que alguien estará ahí para decir hasta dónde y hasta cuándo y para ayudarles también a encontrar respuestas a sus para qué. Para marcar límites hay que poner en juego la asertividad. Ser firmes sin herir, ser firmes haciendo sentir que el cariño está por encima de todo, pero que eso no está reñido con un no o con una decisión que, como adultos, hayamos tomado por creer que es la más adecuada. No se puede ser inconsistentes, hoy sí, mañana no, pasado puede?ese tipo de reacciones generan mucha incertidumbre porque no sabrán a qué atenerse. Si hemos tomado una decisión, debemos mantenerla, por eso es muy importante meditar muy bien las decisiones que tomemos, después es difícil dar marcha atrás.

Dejar las reglas del juego claras es básico y ahí entra también no engañar, no mentirles, no jugar sucio. Cumplir nuestras promesas es fundamental, así que también es importante pensarlas bien.

Todo esto se hace hablando, dialogando, explicando, pero teniendo claro también que, en muchas cosas, no estaremos negociando, sino simplemente, explicando un hecho o contando las consecuencias que ha tenido una acción ante la que no hay negociación posible.

Negociar es estupendo y es una buena herramienta de resolución de conflictos, pero hay cuestiones que no se negocian y esas, en cada familia, deben estar claras y ser conocidas por todos.

Comprender que las cosas que hacemos tienen consecuencias es madurar. Cuando no actuamos bien, las consecuencias no son buenas y a la inversa. Asumir eso no es fácil, pero es de las mejores lecciones que les podemos enseñar.

Esto ayuda a ir educando y fomentando la tolerancia a la frustración que creo que es de las habilidades más importantes y, por desgracia, de las más carentes hoy día. Parece que decir no, poner un basta o un hoy no hay está mal visto y esos niños y niñas que no han desarrollado su frustración, cuando la tienen (y obviamente en algún momento tendrán alguna) no saben qué hacer con ella. Y esto se ve en las clases, en el parque o en los supermercados cuando las familias están haciendo la compra.

Muchas de estos problemas surgen de una falta de autoconocimiento y de autocontrol o autorregulación, bases de la inteligencia emocional, así que volvemos al inicio.

¿Trucos mágicos? ¿Soluciones perfectas? No los hay, pero sí hay maneras de ser más felices y hay maneras de educar en un uso sano y práctico de unas tecnologías que, bien empleadas, tiene multitud de beneficios.

De todas formas, hablemos más, miremos más, riamos más y aprovechemos para amarnos más y disfrutar de todo lo bueno. Conectémonos.

Por cierto, yo sí sé cómo se conocieron mis padres, pero eso es otra historia?

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