La vuelta al colegio se ha convertido en un vía crucis para unas cuantas familias gijonesas por fallos de planificación desde la concejalía de Educación. Primero fueron los errores en el programa para inscribirse en el servicio del comedor escolar, que dejaron sin almorzar a un puñado de niños durante el arranque lectivo. Y ahora los sindicatos denuncian que el personal previsto para las escuelinas no es suficiente para cumplir los protocolos contra el coronavirus y para cubrir las bajas que previsiblemente habrá por contagios y cuarentenas. Llama la atención que estos desaguisados se produzcan a pesar de que se retrasó el inicio de las clases. Pero aún es más curioso que el edil Alberto Ferrao anunciara reuniones con padres y profesores cuando el curso ya estaba empezado. Como quien pone el árbol de Navidad un 7 de enero.
