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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Hacerse el loco

Demos por cierto que a José Ángel Fernández Villa se le ha ido la cabeza, como también que los delitos que se le imputan merecían una temporada entre rejas. Y que por los cargos que ocupó, los dineros que manejó y la relevancia de sus intervenciones, el todopoderoso antaño líder minero y preboste principal del socialismo asturiano estaba obligado a escuchar del juez una sentencia ejemplarizante, de tantos días como ceros del botín suplantado.

También podría ser que a Villa le hayan aconsejado que se haga el loco, a sabiendas de que no se puede encerrar en un penal a alguien que no es consciente del significado de su condena. O sea, que el olvido ha hecho apropiación indebida de la memoria de Villa y de su capacidad cognitiva, de tal manera que ya su cárcel es su propio envoltorio. En ese caso, bastaría con que, para expiar su culpa, devolviera los capitales amañados. Si recuerda a qué recaudo los puso.

Un ermitaño de nombre Romualdo, del que se decía que tenía la piel verde de tanto tiempo metido en una ciénaga, desprendía tal halo de santidad que a punto estuvo de morir a manos del populacho deseoso de obtener reliquias de su cuerpo aún en vida. Se salvó fingiendo locura. Es dudoso que ningún socialista de viejo o nuevo cuño tenga intención de hacerse, con trizas del exlíder del SOMA, un relicario, pero hasta los santos salvan el pescuezo pasando por orates.

El sistema penitenciario permitió ayer excarcelar al etarra Troitiño, que sufre una enfermedad incurable; y sin embargo el exconsejero Riopedre, cuyo deterioro tal vez no sea cognitivo como el de Villa ni oncológico como el del mencionado pistolero, sigue preso pese a sus graves limitaciones coronarias y después de haber cumplido parte de su pena. No se entiende que la Justicia administre razones humanitarias tan dispares.

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