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Malos tiempos para la autoridad

Sobre las agresiones a policías

Coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, LA NUEVA ESPAÑA llevaba a su tercera página una más que preocupante noticia para cualquier ciudadano que circule por esta villa marinera, que ostenta la condición de ser la ciudad más segura del país según el Ministerio de Interior. Sin embargo, según el titular de dicha noticia, los delitos contra agentes del orden (hombres y mujeres, que el delito no entiende de géneros), representarían un tercio de todos los que se perpetran en Gijón.

Para intentar luchar contra esta flagrante falta de respeto hacia la autoridad competente a la hora de que reine la paz y el orden entre nosotros, y que no acabemos como en el salvaje Oeste, los propios agentes de policía a través de sus representantes, han dejado bien claro que dos son las principales líneas de actuación a seguir: por un lado dotarles de los medios más modernos y eficaces a emplear en el caso de tener que reducir a un potencial agresor que no se atenga a razones, como podría ser el táser (la pistola eléctrica); pero sin olvidarse por otra parte de que también necesitan de otro tipo de protección no menos importante, que es la que les proporcionaría disponer de leyes más severas a aplicar a aquellos sujetos para los que un policía tiene apenas la misma autoridad que el pito de un sereno.

Sobre este último aspecto ponen el ejemplo de la corona inglesa, tan en boca de todos en estos días por la famosa entrevista del príncipe Harry y su amada princesa. Por aquellos lares, pobre de aquel pérfido que ose alzar siquiera la voz contra un agente policial. Claro que también hay que entender que hay monarquías y monarquías. Aquí ya se sabe que para muchas cosas somos de lo más campechanos.

Bromas a un lado, que el asunto al contrario es muy serio, al final todo es más de lo mismo: en esta sociedad donde tantos valores están en caída libre, el del respeto a la autoridad sería un claro ejemplo de esa lamentable degradación.

Siendo grave, lo peor es que no sólo es la autoridad policial la que estaría en decadencia. Porque al final esta no es sino consecuencia del ocaso de la autoridad educativa, que a su vez vendría condicionada por la siempre menor capacidad de autoridad de los padres hacia sus retoños. Cuánto daño ha hecho eso de querer ser “colega” de tus hijos en lugar de por encima de todo padre o madre.

No estaría por ello de más el que desde el propio hogar, cada uno prestásemos mayor atención a la hora de inculcar el debido respeto a la autoridad, empezando por fortificar la nuestra con nuestros hijos (esperemos no llegar al extremo de necesitar siquiera de una pistola de agua). Claro que, en el caso de las agresiones a los policías, leyendo las edades de los implicados, uno cae en la cuenta de que para algunos ya es demasiado tarde. Difícilmente puede educar con su ejemplo quien carece absolutamente de educación.

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