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Iván Pérez del Río

Un partido sin afiliados y sin ideas

El congreso del Partido Popular

Esta semana, el Partido Popular celebra un congreso extraordinario para “elegir” al nuevo presidente del partido. Es curioso eso de convocar un congreso cuando solo hay un candidato y cuando se ha renunciado a hacer un debate ideológico. Parece que en el PP sobra bastante el dinero, y el tiempo. Sería impensable para una empresa el reunirse para nada, a cientos de kilómetros, solo para aplaudir a un tipo que hablará de “su proyecto”. Por cierto, proyecto que ha ido compartiendo durante el mes de marzo por diferentes zonas de España. Es decir, se reúnen para escuchar lo que ya les ha dicho y, eso sí, para aplaudirle todos juntos con mucho fervor y devoción.

La votación previa del 21 de marzo por parte de los afiliados es puramente simbólica. En realidad, el peso sigue recayendo en el “grupete” de compromisarios pactados en las diferentes juntas locales. El PP sigue optando por un partido sin afiliados, sin ideas y sin debate interno. El afiliado en el PP solo cuenta para participar en las mesas electorales, para hacer de relleno en algún que otro acto y para votar en los congresos locales o en la elección de compromisarios. En estos casos, sí existen los afiliados. Tanto que en algunos cónclaves internos el candidato –chequera en mano– actualiza las cuotas de un grupo numeroso para que le voten.

El PSOE y Pedro Sánchez han sabido leer y responder mucho mejor a los avisos. Frente a Podemos, el PSOE ha sabido reconstruir un discurso ideológico propio. Situándose en el amplio centro, responde también a los lineamientos propios de la izquierda, pero diferenciándose en algunos aspectos de Iglesias y compañía. En las cuestiones internas, el PSOE, sabe dar cabida a todas las corrientes, sabe dar voz a sus afiliados, sabe cómo y cuándo promocionar a unas Juventudes –mucho más ideológicas que las del PP–. Para el PP hubiera sido positivo la existencia de más candidatos y que se debatan ideas. La gran fuga de votos del PP es precisamente en el campo de las ideas, de las batallas que ha renunciado a dar.

Es incoherente decir hoy que Vox es extrema derecha y populismo y mañana formar gobierno con ellos. Todo, sin debatir y argumentar los “contras” a los posicionamientos de Vox, y sin expresar claramente: qué piensa el PP, qué proyecto tiene, en qué cree. Si un partido renuncia a lo ideológico es tanto como decir “no existo”, “no sé lo que soy”. En España el votante quedará ante dos opciones: el centro que es dominio del PSOE y la derecha, de Vox.

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