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Eduardo Infante

"Barullu"

Las instituciones del PSOE desde hace más de un siglo permiten la coexistencia de opiniones; tanto los que firmaron como los que no se adherirán a lo que haya determinado la democracia

"Barullu" es una expresión asturiana usada para referirse a toda clase de mezcla, confusión, riña, jaleo. Su característica terminación en "u" es un vestigio del latín. Hubo una época, no hace mucho, en que las cosas importantes se decían en latín. John Milton, en su maravilloso poema "El paraíso perdido", usó la terminación latina "ium" para crear el cultismo pandemónium a partir de elementos grecolatinos. El poeta inglés acuñó este término para dar nombre al palacio de Satanás en el infierno, un lugar caótico, ruidoso y conflictivo. Mi abuela nunca leyó a Milton, pero usaba pandemonio para nombrar la habitación en la que mi hermano y yo compartíamos voces y discusiones. La Casa del Pueblo de Gijón se parece, estos días, a ese cuarto de mi infancia. El mismo secretario general de la Federación Socialista Asturiana calificó lo que allí sucede como "barullu", y no le falta razón.

Mi amigo Pedro Sanjurjo dice que el PSOE se caracteriza por ser un partido con una enorme amplitud. En sus anchas paredes cohabitan gentes de las cuencas mineras con gentes de la cuenca del Guadalquivir. A su historia pertenecen tanto Fernando de los Ríos, ese catedrático de derecho granadino que llevó a Lorca al otro lado del charco para que respirase libertad y escribiese "Poeta en Nueva York", como Encarna Vega, esa peluquera que hizo de su peluquería la sede del partido en los años de la clandestinidad y que sacudía con el bolso a los grises que no la dejaban acceder a la cárcel de El Coto para encontrarse con el amor de su vida.

El holgado ágora del PSOE acoge tal diversidad de identidades que hace que el barullu no solo sea inevitable, sino que sea una de nuestras señas de identidad. En el PSOE no solo se han tolerado diferentes corrientes de pensamiento, sino que se han fomentado y, en las asambleas, el órgano constitutivo del partido, el debate hace públicas las discrepancias de los militantes.

Pero, además del "barullu", otro atributo de nuestra esencia son las formas democráticas con las que los socialistas lo resolvemos. Las instituciones y los procedimientos democráticos con que nos hemos dotado a través de más de un siglo de historia permiten la coexistencia de la discrepancia y la disciplina, porque una resolución que se adopta democráticamente es de todos. No tengo la menor idea de cuál será el resultado del proceso de recogida de firmas para la celebración de primarias, lo que sí sé es que, el día 15 de septiembre, tanto los que firmaron como los que no se adherirán a lo que haya determinado la democracia por la que lucharon tanto Fernando de los Ríos como Encarna Vega.

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