El informe del Principado sobre la calidad del aire en la zona oeste conocido el jueves y que vincula buena parte de la contaminación atmosférica al polvo procedente del Sahara es un antídoto perfecto para quienes se preguntan, por ingenuidad o por cinismo, sobre los motivos de que una porción de la ciudadanía no confíe en los poderes públicos. Seguramente, el sesudo documento esté apoyado en datos de naturaleza científica y en mediciones que no han sido falseadas, pero la forma parcial de presentar las conclusiones es un insulto a la inteligencia de cualquiera que haya pasado más de dos días por La Calzada o Jove. Mientras el Gobierno autonómico emite semejantes cortinas de humo, las medidas para paliar la polución en la gran industria se siguen aplazando, en una especie de prórroga eterna.