El campo clama

Políticas dogmáticas y empobrecedoras sacrificando la agricultura propia

Paco G. Redondo

La Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea fue en parte víctima de su éxito. Pretendía garantizar el suministro alimentario a los consumidores, y precios dignos a los productores agrarios. Pero al producir bastante más de lo que necesitaba, y a precios mayores que países emergentes, extensos y con menores costes de producción, vino el problema de los excedentes: qué hacer con los alimentos que sobraban en Europa occidental y no se podían vender en el mercado internacional al ser más caros, de ahí las cuotas por sectores, ejemplo las lácteas en la cornisa cantábrica, o a los cereales, el vino o el aceite. Ahora se añade un segundo problema, derivado de la emergencia climática inventada por los anti sistema: quieren freír a impuestos a los europeos para "salvar al planeta" de la contaminación creciente de China, India y demás, y no comamos carne.

El planeta se ha calentado en torno a un grado en los últimos 150 años. Se trata de contaminar menos, pero la primera causa de la evolución climática son los ciclos solares. No hay que "descarbonizar todo", pues sin carbono no habría fotosíntesis ni seres vivos sobre la Tierra. Y la transición energética hacia fuentes más limpias y renovables no debe ser precipitada ni ruinosa, sino paulatina y eficiente. El sector agrario europeo –y español– clama y se moviliza contra la burocracia, ultra-ambientalismo y carestía que les empobrece, mientras importamos alimentos foráneos privilegiados con menores requisitos ambientales y sociales: ¿Por qué no establecer los mismos, por tanto justos, requisitos para todos? ¿Ellos no contaminan nuestro planeta?

Piden entre sus doce reivindicaciones derogar la Agenda 2030, en parte socialismo fracasado. Esto habría que matizarlo, no hay que suprimir todos los objetivos, sino aquellos anti-económicos. Sí tienen razón en reducir la burocracia e impuestos, y derogar la ley de bienestar animal (salvaje), por ejemplo las ovejas y terneras deben estar protegidas de los lobos. Deben plantearse aranceles a los productos extranjeros contaminantes, y un Plan Nacional del Agua, en vez de volar presas y boicotear trasvases –que no es progresista sino absurdo–, mejorar la gestión de los recursos: ¿Qué sentido tiene tirar el agua dulce del Ebro al Mediterráneo, para tener que desalarlo para llevarlo a Cataluña seca por imprevisión y despilfarro? Menos tópicos y más soluciones.

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