Palabras con silencios
Desmasculinizar la Iglesia
Hasta al escribirla el ordenador me alerta que esta palabra no está en DRAE. "Desmasculinizar" es el último neologismo que ha utilizado Francisco en una improvisación a la Comisión Teológica para incitarla a la investigación sobre el liderazgo y la participación de la mujer en las decisiones y gobierno de la Iglesia. Antes había utilizado "primerear" expresando que Dios tiene la iniciativa, "balconear", no quedarse gritando en el balcón, sino bajar a la calle, "callejear", "misericordiar" que, arrepentidos, Dios nos perdona todo y siempre. El lenguaje llano, directo, coloquial, con expresiones porteñas, es una de las singularidades de este papa, elegido para "restaurar" la Iglesia, necesitada de reformas importantes. Cercano, abunda, ¿excesivamente?, en entrevistas "a todo quisque", no discrimina. Como todos los reformadores que en la historia han sido, despierta filias y fobias, aplausos y pitos, felicitaciones e insultos. La misión encomendada es difícil y controvertida. Puede con ella. Su temperamento y espiritualidad ignaciana le dan fortaleza para dejar los cimientos de una nueva atapa de la Iglesia que rompiendo tabús se ve obligada a salir a la calle y ser evangelizadora afrontando con lucidez la secularización omnipresente. Dejar al sucesor una camino mejor es lo que, creo yo, le sostiene con una salud ya deteriorada aunque con cabeza despejada y firme determinación.
Una de las cuestiones más necesitada de abordar era la del "status" de la mujer en la responsabilidad y gobierno de la Iglesia. Francisco la afronta con decisión. Afirma, con razón, que la cuestión no está en la ordenación sacerdotal de mujeres, sino que hay que ir más al fondo. En el sínodo reciente se ha dicho algo muy importante, que el principal sacramento es el del bautismo que nos hace a todos, hombres y mujeres, hijos de Dios, con la misma dignidad y que el sacramento del orden viene después como servicio y no como poder.
En la última reunión del Consejo de Cardenales, apelada C9, se volvió a plantear el tema de "la dimensión femenina de la Iglesia". "La iglesia es mujer, es esposa", les dijo a los teólogos. E invitó a participar en ese cónclave, a tres mujeres. ¿Cómo se puede reflexionar y decidir sobre el "status" de la mujer, sin estar ellas presentes? Todavía más sorprendente es que una de ellas es obispa anglicana, secretaria de esa Comunión, esposa de un pastor, madre dos hijos, decana de la Universidad de Cambridge, con experiencia en África. Se la llamó para que relatara su experiencia de lo que ha supuesto ese cambio de la mujer en el anglicanismo. Aunque el bergloguismo "masculinizar" es chocante y arriesgado, lo que pretende, ha comenzado. Quedamos expectantes en ver en qué termina.
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