Varadero de Fomento

Distintas preocupaciones

Del fútbol al acero, la cosa tiene mala pinta

Alejandro Ortea

Alejandro Ortea

Pasaron las gallegas y dejaron su estela de comentarios y análisis. La caída del PSOE, el fracaso de Sumar, la subida del BNG y la repetición de la mayoría absoluta del PP han dejado al honrado pueblo español sin emoción alguna, la misma ausencia de sentimientos con que por aquí se ha recibido la noticia de que no habrá sede mundialista futbolera en nuestra querida villa marinera. Se esfuman así las expectativas inmobiliarias del grupo mexicano Orlegi al que le falla todo por estos lares, ellos que se las prometían tan felices. Desaparecida la posibilidad de un pelotazo inmobiliario, sólo nos queda esperar a ver cómo se deshacen de su muerto empresarial rojiblanco, porque no dudemos que a estas horas ya están deseosos de vender sus participaciones en la SAD rojiblanca: intentaron aplicar las mismas formas de hacer negocios que en su país de procedencia y no les funcionó el método. Aquí los controles son otros y presentan mayores dificultades lo de conseguir torcer las voluntades o retorcer las normas. Primero, toparon con el anterior gobierno municipal de la maestra del socialismo barbonista de infausta memoria. Últimamente han topado con la cirujana forista y sus boys, que ni han precisado echar mano de su socio popular del bipartito para desechar la locura de manteca que exige la FIFA para traer cuatro partidos mundialistas. A los jetagorris les han fallado las expectativas de negocio: no podrán hacer casitas, no podrán sacarle rendimiento a un estadio nuevo y no conseguirán, nos tememos, un ascenso de categoría, por mucho que lo desee la afición. Con estas premisas tendrán que vender barato porque no encontrarán comprador.

Aparte de las inestabilidades rojiblancas, no corren buenos tiempos en la comarca: Arcelor, o para ser más exactos sus dueños, no tienen muy clara las inversiones a realizar en la factoría, a pesar de los dineros puestos sobre la mesa, fruto de lo aportado por la UE. Es tan grande el tamaño del conglomerado angloíndio propietario de la factoría que por parte del Gobierno provincial no le queda más remedio que entrar en una especie de pasivo letargo y confiar en las gestiones que, en otro nivel pueda realizar el propio Pedro Sánchez. Caída Adriana Lastra en el favor presidencial, al hombrín de Laviana no le queda más remedio que aguantar el tirón, cosa que, por tratarse de algo que tiene que ver con Gijón, aunque sea una afección que importa muchísimo a la Asturias completa, no le anima especialmente a entablar una pelea contra el Goliat del acero. Seguro que le pone más lo que los entrometidos de la Cámara de Oviedo se preocupen por los horarios del AVE: también les sobra Gijón como cabecera de línea.

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