Opinión

Felipe, Cebrián y otros asuntos

Qué cosas pasan

Se han puesto a conversar Cebrián y Felipe González y han hablado de la Transición. Curioso. Se hace obvio que poca reconciliación iba a haber aquí si perduraba la pulsión guerracivilista que a Zapatero le convino en su momento estimular. Es interesante lo de este hombre; recuerda uno casi con ternura una conversación entre Cameron, el primer ministro sueco y el propio Zapatero. No era sólo la poca competencia en idiomas lo que hacía que ZP apareciera fuera de juego en aquel trío; la complicidad entre Cameron y el nórdico se basaba en una mundanidad que compartían, una chispa de conocimiento político que a nuestro presidente de la época se le escapaba. Se fue al grupo de Puebla y se convirtió en guru de un continente, o casi: tiene mérito.

Lo de Cebrián y Felipe es parecido a su manera; comparten una mundanidad. También una visión de la socialdemocracia como movimiento en crisis; ni en sueños imagina uno a Sánchez hablando a ese nivel político, ni preocupándose de estarlo. Sánchez tiene otros poderes, y los usa con astucia. Si algún presentador de la tele quiere invitarlo para hacerle frente, debería pensárselo dos veces, podría salirle mal (ya ha pasado). Sánchez sabe buscar el KO en las distancias cortas. La sustancia intelectual tiene poco que ver con la eficacia mediática, y eso sí se lo sabe Sánchez de carrerilla. También sabía, sin duda, que el palco de la final de Copa no era para él; se escabulle con habilidad de los abucheos y deja que se los coman otros. En este caso fue la ministra Montero, de probada eficacia en el arte de aplaudir. No tanto en el de ser aplaudida, pero pone voluntad como parlamentaria; parece secretamente convencida de que un toque de gracia sureña arregla muchas cosas. Pero del socialismo andaluz no habló Felipe: una lástima.

En cualquier caso, la final de Copa terminó con alegría del ganador y tristeza de quien la perdió. Es lo que tiene el fútbol, que mete ruido. Bien es verdad que las virtudes del deporte rey no se contagian así como así. El fair play no es cosa fácil. Muy cerca del césped de El Molinón se alza un rutilante gimnasio en el que, si a una clienta le roban un pantalón y pudiera estar claro quién lo hizo, el alto mando mira para otro lado y espera que la agredida se aguante y la mano agresora se quede tan contenta. Qué gracioso. Cuidar la forma física está muy bien, pero la decencia también tiene su puntito, eh. En fin, que Cebrián y Felipe hablaron de los tiempos que vivimos. Esquivar abucheos, pedazo de virtud. Castigar a los malos, una obligación. Ay. Qué cosas pasan.

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