Opinión

La X

La importancia de marcar la casilla de "actividades de interés social"

Llega la campaña de la declaración de la renta. Para muchos, algo sencillo; para algunos, un tetris de difícil entendimiento; para otros, algo lejano dada su situación precaria. Pero un detalle que algunas personas no saben es la posibilidad que brinda la declaración de la renta de decidir que el 0,7 % de tus impuestos se destinen a "actividades de interés social". La famosa casilla 106.

Marcar esta casilla supone una oportunidad para que entidades sin ánimo de lucro de nuestra ciudad y región puedan desarrollar programas y proyectos que están ayudando a muchísima gente. Iniciativas que ayudan a personas en situación de sinhogarismo, a mujeres, a jóvenes, a familias, a personas con discapacidad, a niños, niñas y adolescentes, a población migrante… Un gesto sencillo que obliga a quienes nos gobiernan a movilizar estos recursos hacia quienes menos oportunidades tienen. Esto lo decidimos cada uno, cada contribuyente.

Una equis que no supone pagar más ni supone recuperar menos. Por ello, estos días, distintas organizaciones están pidiendo a la ciudadanía que no se olvide de la casilla 106. Así que ya saben, a marcar y divulgar.

Pero este gesto tan sencillo se topa de bruces con la realidad burocrática de quienes tienen la obligación de cumplir con el mandato de los contribuyentes. No sé si hoy el BOPA habrá publicado por fin la resolución de la convocatoria abierta ya el 26 de mayo de 2023 (hace casi 10 meses). Me aventuro a decir que no (ojalá me equivoque). Una convocatoria para proyectos que se están realizando desde enero de 2024.

¿Saben que implica no saber con cuantos recursos se cuenta? Asumir riesgos, cerrar provisionalmente proyectos, vivir en la incertidumbre, endeudarse, no tener liquidez… Todo por una ineficiencia palmaria que tiene secuestrados más de seis millones y medio de euros de los contribuyentes. Dinero que debería estar ya destinado a proyectos sociales en nuestra región.

Y ante esta tesitura, las organizaciones continúan haciendo. No bajan la persiana ante la realidad. Por que las necesidades no entienden de procesos burocráticos. No se transforman desde la inacción o el “vuelva usted mañana”.

Quizás el desconocimiento mayoritario de lo que supone no conformarse ante lo que no funciona en nuestra sociedad, haga creer a la opinión pública y a los poderes que esto no es importante. Que no pasa nada. Pero sí pasa. Esto denota el poco respeto a la participación social, al papel que juega la sociedad civil organizada, al emprendimiento social no lucrativo, a una alternativa que vertebrar nuestros barrios y ciudad reduciendo sufrimiento.

Ojalá llegue el día en el cual no sea necesario apelar a la voluntariedad de cada persona para garantizar los derechos de todo el mundo. Ojalá las administraciones empiecen a entender los impactos que genera la ineficiencia burocrática. Ojalá.

Pero entre tanto, acuérdense de marcar la X y no olviden el trabajo inmenso que desde muchísimas entidades de nuestra ciudad se hace.

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