Opinión | Palabras con silencios

El párroco de la firmeza

Es uno de los calificativos que merece el que fue Párroco de San Pedro en la primera mitad del siglo XX (1899-1940), Ramón Piquero González, "Ramón de la firmeza". Encontramos una semblanza suya en Joaquín A. Bonet. Lo califica como "un hombre alto fuerte, de rostro bonachón" y "amante de las viejas tradiciones gijonesas, continuador de los usos y costumbres inmemoriales de su parroquia". Como veis, a sus sucesores, la defensa de las tradiciones gijonesas contra laicistas, nos vienen del gen parroquial. De su reconocida bondad y cariño de la feligresía, cuenta el mismo cronista, que durante la guerra civil permaneció en la Casa Rectoral "a cuya puerta montaron guardia permanente, unos milicianos del barrio" que salvaron la vida de su caritativo párroco.

En los cuarenta años que regentó la parroquia, recibió dos coronas. Una de gloria y laurel al crear la Fundación de Escuelas Cristianas San Eutiquio, con los bienes legados por Eutiquio García-Sala, con la que prestó (y sigue prestando, hoy con los "tan beneméritos" hermanos de La Salle) un gran servicio a la escolarización del barrio de Cimadevilla. Otra de dolor y espinas, con la edificación por los jesuitas en las proximidades de su parroquia, del templo del Sagrado Corazón, apodado pronto con el argot gijonés: la Iglesiona. No se oponía a la edificación de una nueva iglesia en la ciudad, sino que combatió el lugar, argumentando que el idóneo sería en el ensanchamiento de la ciudad industrial que crecía. Los jesuitas estaban mejor preparados para evangelizar las periferias. Donde la edificaron, Bajovilla, era un perjuicio para la secular parroquia de San Pedro, que hacía solo veinte años, el 1 de diciembre de 1893, había parido dos hijas gemelas: San José y San Lorenzo, quedando muy disminuida pero fértil para seguir alumbrando nuevas iniciativas.

Con motivo del centenario de la consagración de la hoy Basílica, sin más ánimo que recordar aquellos hechos, he releído a Agustín Guzmán en la Historia de la Parroquia de San Pedro y consultado periódicos locales de los años 1913, año del derribo de edificio donde se ubicaría el nuevo templo y colocación, discreta, de la primera piedra, y de 1924, fiestón solemne con Nuncio Apostólico incluido. Cuatro datos del hecho histórico muy controvertido: La polémica fue primera página de los periódicos. Levantó una seria protesta con manifiesto escrito al Obispo Baztán (¡que tembló!) y leal adhesión al Párroco de sacerdotes y feligreses. Don Ramón entabló pleitos en Oviedo, Archidiócesis de Santiago, en la Rota y lo intentó en Roma. Los perdió. Para él lo legal perjudicaba la pastoral. El agudo periodista Adeflor fue uno de sus mayores defensores. Ostentando la dignidad de arcipreste, no asistió la consagración, enviando a Juan Rilla su coadjutor. Se mantuvo firme en sus decisiones. Los párrocos seguimos peleando porque Parroquia y Basílica pastoralmente "sean uno".