Bangkok / Oviedo

El primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, afirmó ayer que un grupo de «terroristas» armados estaban infiltrados el sábado entre los manifestantes, en su mayoría pacíficos, del Frente Unido para la Democracia y contra la Dictadura (UDD), conocidos como «camisas rojas», y que este hecho fue el desencadenante de una masacre que se cobró 21 vidas y 800 heridos.

El primer ministro quiso diferenciar entre los ultraviolentos y quienes piden que se afronten «problemas de injusticia y democracia», que serán abordados «en el ámbito político». Así, reiteró su oferta de disolver el Parlamento en un plazo de nueve meses. Los «camisas rojas» mantienen su exigencia de dimisión inmediata y convocatoria de elecciones en tres meses.

En relación con las acusaciones del primer ministro, la comisión de investigación independiente creada para investigar los disturbios del sábado ha revelado que al menos 9 de los manifestantes fallecieron por disparos de rifles de francotirador.

Los fusiles de alto calibre sólo pueden ser utilizados con una alta cualificación. Todos los fallecidos por disparos de francotirador recibieron heridas fatales en la cabeza o el corazón.

Mientras, los opositores desfilaron ayer por Bangkok con los ataúdes de dos de sus compañeros muertos el sábado. Los féretros con los cadáveres de los dos «mártires», a la vista de todos sobre un camión, abrían una caravana fúnebre de varios kilómetros. Desfilaban a continuación 16 vehículos con cajas vacías, adornadas con guirnaldas, banderas rojas y enseñas tailandesas, en memoria de las otras víctimas.