México / Oviedo

Las cifras oficiales superan todas las estimaciones hechas hasta ahora sobre los muertos causados por la narcoviolencia en México desde que el presidente Calderón declaró la guerra a los traficantes en diciembre de 2006.

Hasta ahora se carecía de balances gubernamentales, por lo que había que recurrir a los establecidos por la prensa que se atrevía a hacerlo y que cifraban el número de víctimas mortales en unas 18.000. Pero son muchas más.

Según un informe del Gobierno entregado ayer a un grupo de senadores, son 22.743 las personas caídas, tanto en ajustes de cuentas entre cárteles como en enfrentamientos de los narcotraficantes con las fuerzas de seguridad. La mayoría de los muertos son sicarios de los cárteles, pero el número de víctimas inocentes crece con los meses.

El diario «Reforma» publicó ayer un desglose de esos 22.743 cadáveres, de los que 20.868 corresponden a ejecutados en ajustes de cuentas, 160 a personas ajenas al tráfico de drogas caídas en agresiones de los narcos y 1.715 a fallecidos en choques con el Ejército y la Policía.

También se detalla que el año más violento ha sido 2009, ya que en él se contabilizaron 8.928 muertos, mientras que en lo que va de 2010, la cifra alcanza ya los 2.904 muertos, por lo que, de seguir así, el balance de este ejercicio dejará muy chico el de los anteriores.

Los estados más violentos son Chihuahua, donde se encuentra Ciudad Juárez, considerada la ciudad más peligrosa del mundo; Sinaloa, donde se alza Culiacán, la segunda ciudad más violenta del país; Baja California, donde está Tijuana, la tercera ciudad en muertos, y Michoacán.

La difusión de estas cifras coincide con una polémica que enfrenta al cantante Joaquín Sabina con el Gobierno. Sabina, de gira por el país, afirmó el pasado lunes que la guerra al narcotráfico es ingenua. «Creo que (Calderón) fue muy ingenuo, por decirlo de buena manera, cuando planteó esa batalla. Parece mentira que no supiera que la Policía estaba completamente infiltrada y a sueldo. Y parece mentira que no supiera que esa guerra no la puede ganar él ni la puede ganar nadie», afirmó en una entrevista, en la que abogó por la legalización de las drogas como mal menor. En respuesta, el Gobierno mexicano advirtió a Sabina de que no adoptará «una actitud acomplejada o revanchista», le pidió tolerancia y le instó a entender que «vivimos en un mundo global».