Kabul / Oviedo, Agencias

Cuatro soldados norteamericanos murieron ayer al ser derribado su helicóptero por «fuego hostil» en el sur de Afganistán. El suceso tuvo lugar en la conflictiva provincia sureña de Helmand, donde son constantes los combates entre los talibanes y las tropas internacionales desplegadas en el país. En esa misma provincia, un soldado británico murió en un atentado.

La acción contra el helicóptero fue reivindicada por un portavoz talibán, que cifró en 17 los soldados extranjeros muertos y aseguró, en declaraciones a la agencia afgana AIP, que el aparato fue derribado en torno al mediodía con un lanzagranadas RPG-7, un arma de origen soviético.

Además, un portavoz del gobernador provincial, Muhammad Daud Ahmadi, precisó después a AIP que el aparato cayó en el distrito de Sangin, una conflictiva zona de combate donde ya habían tenido lugar varios ataques contra helicópteros.

El pasado 21 de mayo, la ISAF reconoció que uno de sus helicópteros sufrió el impacto de una granada supuestamente lanzada por insurgentes cuando iba a aterrizar en Helmand, si bien en aquella ocasión no hubo heridos graves.

Entre tanto, los talibanes paquistaníes llevaron ayer a cabo un audaz ataque cerca de Islamabad contra los camiones que transportan suministros a las fuerzas de la OTAN en Afganistán, que costó la vida a siete personas, la mayoría conductores, y destruyó decenas de vehículos.

Los agresores, entre seis y una quincena según diversas fuentes, abrieron fuego y lanzaron granadas de mano desde distintos puntos, a raíz de lo cual se desató un fuego que sólo pudo ser controlado horas después por los bomberos.

Con todo, el secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, mostró ayer su confianza en que este año se conseguirán los suficientes progresos en la guerra de Afganistán como para permitir a las fuerzas afganas asumir el próximo invierno una mayor responsabilidad.