Oviedo, Eugenio FUENTES

La creciente actitud de dureza de EE UU hacia la petrolera British Petroleum (BP) por el vertido que desde el pasado 20 de abril contamina el golfo de México ha comenzado a pasar factura a las acciones de la compañía -cuya cotización en Bolsa no para de descender desde entonces- y, de rebote, a las relaciones bilaterales entre EE UU y Reino Unido.

La tensión creció ayer -después de que BP bajara un 12% en la bolsa de Londres- hasta el punto de que el primer ministro británico, David Cameron, de viaje en Afganistán, anunció que este fin de semana hablará de la crisis del vertido con el presidente Obama. Horas después, el departamento de Estado de EE UU hizo público un desmentido sobre las tensiones en la relación bilateral.

Los títulos de BP han perdido un 43% de valor desde el inicio de la catástrofe ecológica, alcanzando su cotización más baja desde 1997. A este descenso han contribuido poderosamente las declaraciones de la Casa Blanca hostiles a la petrolera.

El pasado miércoles, por ejemplo, Obama se declaró «furioso» contra la compañía, incapaz de atajar de modo eficaz un vertido que representa ya el mayor desastre ecológico de la historia de EE UU. El resultado fue una caída del 16% de las acciones de BP en la bolsa de Nueva York. El efecto cascada es importante, ya que grandes fondos de pensiones tienen invertidas importantes cantidades en acciones de la petrolera.

El mayor aldabonazo a la compañía lo había dado Obama el pasado lunes, al asegurar en una entrevista televisiva que estaba reuniéndose con expertos para saber a quién tiene que darle «una patada en el culo» por el vertido. Obama añadió que si los directivos de BP trabajasen para la Casa Blanca, estarían ya de patitas en la calle.

En estos momentos, la petrolera británica no sólo es víctima de durísimas críticas y amenazas de multa sino que, además, sus accionistas estadounidenses presentaron una demanda por haberles engañado, antes del vertido, sobre sus medidas de seguridad en el golfo de México.

Además, la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, la demócrata Nancy Pelosi, acusó a BP de falta de escrúpulos por estar repartiendo dividendos cuando todavía no ha desembolsado ni un centavo para indemnizar a las víctimas del derrame.

Para completar un día aciago para BP, el propio Obama volvió a la carga -poco antes de reunirse con las familias de las once trabajadores que murieron en el hundimiento de la plataforma que desencadenó el vertido-, pidiendo un endurecimiento de las leyes sobre vertidos de ese género.

Mientras, BP, que ha instalado una campana para contener el crudo que expulsa el pozo accidentado, anunció ayer que ya está logrando trasvasar a un petrolero unos 15.800 barriles diarios y que su objetivo es alcanzar en breve plazo los 20.000. La compañía también aseguró que está acelerando los protocolos para proceder al pago de indemnizaciones a los afectados.