Al mismo tiempo que el aeropuerto belga de Zaventem se estremecía con las explosiones del pasado martes, el gijonés Javier Palomero se sobrecogía en otra zona de embarque, en otro aeropuerto a un puñado de kilómetros. Porque el gijónes, residente en Bélgica desde hace 23 años y tabajador de la Dirección General de Mercado Interior de la Comunidad Europea esperaba para tomar su avión desde el aeródromo de Charleroi después de que su vuelo del lunes fuera cancelado por la huelga de controladores franceses.
La casualidad quiso que Javier y su familia salieran el martes a primera hora desde Charleroi con destino a Madrid tras la cancelación del vuelo que debía llevarlos hasta Santander el día antes. Y aunque no fueron testigos de la masacre, la barbarie les sacudió de igual manera. "Empezaron a llegarme correos de los compañeros de la oficina preguntándome si estaba todo bien en Charleroi, nos enteramos en tiempo real de lo que ocurría en Zaventem y tuvimos suerte, porque el nuestro fue de los pocos aviones que lograron salir de Bélgica", explicaba ayer en Gijón, donde pasará los próximos días con su familia.
Poco después el aeropuerto de Charleroi quedó cerrado para que los aviones en tránsito a Zaventem pudieran aterrizar, con lo que los gijoneses llegaron a Madrid sin mayores contratiempos. "Embarcamos a la hora y llegamos en el tiempo previsto", señala, eso sí, "con decenas de correos y mensajes cuando aterrizamos en España".
La intranquilidad dio paso al horror, porque su mujer, Beatriz Peláez, recibió un mensaje de una amiga que acababa de pasar por la estación de Maelbeek, de la que empezaban a salir heridos llenos de sangre. "Es una estación que usamos habitualmente", reconoce Palomero, quien lanza un mensaje contundente: "la mejor victoria es demostrarles que no van a acabar con nuestra forma de vida".
Cristina Ferreiro Argüelles es pediatra en el Saint-Pierre University Hospital, muy próximo a la estación de metro de Maelbeek. Nacida en Bruselas, asegura que su familia, "todos, somos de Oviedo", y anuncia que en unos días vendrá de vacaciones en Asturias para descansar. "Después de lo que ha pasado nos hace falta", afirma. "Ahora estamos viviendo la situación postraumática, que es muy difícil porque cuando te relajas en cuando surgen los sentimientos y empiezas a ser consciente de verdad de lo que ha ocurrido".
Asegura que el día de los atentados "todo fue muy estresante, porque nunca habíamos vivido nada similar". Pero "fue una situación muy controlada. Tuvimos la ventaja de que tras los atentados de París, los servicios médicos de aquí y los franceses habían elaborado un plan para afrontar catástrofes que acabaron justo a tiempo, el 15 de marzo. Así que todo estuvo muy controlado. Se distribuyó a los heridos y ningún servicio sanitario se vio desbordado. Se actuó de manera muy profesional", aseveró.
Cristina Ferreiro niega que en Bruselas existan guetos como en Francia. "Hay barrios con un porcentaje muy importante de personas procedentes del norte de África, pero no están fuera de la ciudad, como ocurre en París". También resalta que "Bruselas es una ciudad multicolor, y no hay reproches hacia la comunidad musulmana por lo que ha ocurrido. Nosotros estamos en el centro, pero cerca de un barrio donde viven muchos magrebíes, y puedo asegurar que todo el mundo ha vivido lo mismo y con la misma tensión". Ahora, asegura, se trata de volver a la normalidad, "aunque la situación es muy tensa, porque se han encontrado explosivos y no es tanto el miedo de que pase algo ahora mismo otra vez como de que se pueda repetir dentro de un tiempo".
Aeropuerto de Asturias
En el aeropuerto de Asturias el incremento de las medidas de seguridad quedó patente ayer con la presencia de un mayor número de efectivos responsabilizándose de las labores de vigilancia en esta infraestructura.
