La primera ministra británica, Theresa May, visitó ayer al presidente francés, Emmanuel Macron, en el marco de su ofensiva diplomática para recabar apoyos entre los mandatarios continentales a su propuesta de "Brexit".

La reunión informal entre ambos mandatarios tuvo lugar en el Fuerte de Brégançon, la residencia oficial de verano de los presidentes galos con vistas al Mediterráneo. Durante cerca de dos horas, Macron y May celebraron un encuentro de trabajo seguido de una cena privada con sus respectivas parejas, sin que transcendiera después el contenido de las conversaciones, tal y como ya había sido anunciado.

Esta visita por parte de la "premier" británica se enmarca dentro de la serie de viajes que la líder conservadora y algunos de sus ministros, especialmente el de Exteriores, Jeremy Hunt, y el ministro para el "Brexit", Dominic Raab, efectuarán a lo largo de este verano a varios países europeos para impulsar su postura en las negociaciones para la salida de su país de la Unión Europea, tratando a la par de despertar algún tipo de desavenencias entre los Veintisiete y el órgano negociador de la Comisión Europea.

El Reino Unido y la Unión Europea aspiran a pactar el marco de la futura relación bilateral antes de la próxima reunión del Consejo Europeo de octubre, pero todavía no han conseguido limar sus diferencias en torno al Libro Blanco que Londres remitió a Bruselas el pasado 12 de julio. El jefe negociador europeo, Michel Barnier, afirmó que se ha alcanzado un consenso sobre cerca del 80% del plan presentado por Londres. No obstante, advirtió que todavía no hay acuerdo en lo que respecta a las grandes cuestiones del "Brexit", como la futura situación de la frontera en Irlanda o el plan de armonización aduanera propuesto por Londres, que implicaría que la aduana británica recaudara impuestos en nombre de la UE. Algo que Bruselas juzga impracticable.

Hunt volvió alertar ayer en una entrevista al diario francés "Le Figaro" que no alcanzar un acuerdo de salida sería un grave "error geoestratégico". "Es imposible separar lo económico, lo político y lo militar. Todo esto funciona conjuntamente y una fisura económica con el Reino Unido dificultará la cooperación en otros ámbitos", manifestó el ministro de Exteriores británico.

También el gobernador del Banco de Inglaterra, el canadiense Mark Carney, advirtió ayer que, aunque "improbable", el riesgo de que no se logre alcanzar un acuerdo para la salida del Reino Unido es "incómodamente alto" y "altamente no deseable".

El gobernador Carney señaló que es "de interés" que se establezca un periodo de transición desde el 29 de marzo de 2019, fecha oficial de salida, hasta diciembre de 2020. No obstante, también subrayó que el sistema financiero británico es fuerte, y que podrá hacer frente a eventuales choques.