Conflicto de Oriente Próximo

Palabras que matan: la incitación al genocidio en Gaza de los líderes de Israel

El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, habla con soldados durante su visita al kibutz Beeri, este sábado.

El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, habla con soldados durante su visita al kibutz Beeri, este sábado. / DPA

Ricardo Mir de Francia

Los genocidios no empiezan con bombas ni machetazos, empiezan con discursos de odio y llamamientos a erradicar al enemigo de la faz de la tierra. Así fue en la Alemania nazi, pero también en Camboya, Ruanda o Bosnia, episodios infames de la historia cuyo eco resuena estos días en el conflicto que libran Israel y Hamás desde hace casi tres semanas. La milicia islamista tiene un conocido historial de antisemitismo y demonización del Estado judío, lo que ayuda a explicar el nivel de las atrocidades cometidas por sus miembros en el ataque sobre el sur de Israel que puso en marcha esta guerra. Desde entonces los dirigentes israelíes se han embarcado en una peligrosa narrativa que va más allá de Hamás y tampoco es nueva, una retórica descrita como “incitación al genocidio” por la ONU y numerosos juristas internacionales. Sus terribles consecuencias se están viendo en Gaza

“Gaza nunca volverá a ser lo que era. Lo eliminaremos todo”, dijo el 9 de octubre el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, al anunciar el “bloqueo completo” de la Franja, privada desde entonces de agua, electricidad, combustible y la entrada de alimentos, una política de hambre como arma de guerra hacia más de dos millones de personas. Ese mismo día Gallant afirmó que su ejército se enfrenta a “animales humanos” y actuará “sin restricciones”, un aparente llamamiento a ignorar las leyes de la guerra expresado con distintas palabras por un portavoz militar días después. “Pondremos el énfasis en hacer daño, no en ser precisos”, afirmó Daniel Hagari refiriéndose a la campaña de bombardeos. 

El Coordinador de las Actividades del Gobierno en los Territorios (COGAT), como llama Israel al órgano del ejército encargado de gestionar la ocupación en Cisjordania, se dirigió a los habitantes de Gaza el 10 de octubre. “Los animales humanos deben ser tratados en consecuencia. No habrá electricidad ni agua, solo destrucción. Queríais un infierno, infierno tendréis”, dijo el mayor general Ghassan Alian. Cómo se está viendo sobre el terreno, Israel ha borrado la línea que debería separar a Hamás de los civiles de Gaza, protegidos –al menos sobre el papel-- por el derecho internacional humanitario, lo que ha llevado a la ONU a tildar su ofensiva de castigo colectivo. 

Advertencias sobre el riesgo de genocidio

Declaraciones como estas, así como su devastadora plasmación en Gaza, llevaron la semana pasada a 800 juristas internacionales y académicos del ramo a hacer sonar las alarmas por el “potencial genocidio” en la Franja, donde Israel ha ordenado además a más de un millón de personas a abandonar sus casas en el norte del enclave. “El lenguaje utilizado por las figuras políticas y militares de Israel parece reproducir la retórica y los tropos asociados con el genocidio y la incitación al genocidio”, escribieron los juristas antes de detallar también las acciones que, a su juicio, respaldan la advertencia y pedir a la comunidad de naciones que tome medidas para prevenir el crimen de lesa humanidad.

El artículo II de la Convención sobre el Genocidio define el genocidio como los actos “perpetrados con intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. Actos que incluyen el asesinato de miembros del grupo, los daños físicos y mentales o las imposición deliberada de condiciones que hacen su existencia inviable. “La invocación por parte de Israel de la defensa propia no neutraliza la intencionalidad requerida para el crimen de genocidio”, asegura a este diario Marjorie Cohn, profesora emérita de la Escuela de Derecho Thomas Jefferson y expresidenta del Gremio Nacional de Juristas en EEUU. “Las declaraciones de los líderes israelíes y el masivo bombardeo de civiles en Gaza son pruebas de intencionalidad genocida y pueden constituir crímenes contra la humanidad”. La jurista judía añade que tanto las acciones de Hamás como de Israel contra los civiles y sus infraestructuras “se consideran crímenes de guerra”. 

Batalla del bien contra el mal

Para amortiguar los potenciales daños a la reputación internacional de Israel por su respuesta en Gaza y, sobre todo, para ganarse el apoyo de los dirigentes extranjeros, el primer ministro Binyamín Netanyahu se ha esforzado en comparar a Hamás con los verdugos más atroces de Occidente y el pueblo judío. “Hamás son los nuevos nazis, ta”, dijo durante la visita del canciller alemán Olaf Scholz. Nada nuevo para Netanyahu que, en la primera etapa de su carrera, comparaba asiduamente a Yaser Arafat con Adolf Hitler. 

Y todo ello revistiendo la lucha de Israel contra los palestinos, que viven bajo ocupación militar desde hace 56 años, como una batalla entre el bien y el mal, entre el mundo ilustrado y la supuesta barbarie que habita fuera de sus fronteras, un lenguaje sacado del manual neocon en los tiempos de la invasión de Irak. “Ganaremos porque nuestra existencia está en juego”, dijo Netanyahu el 16 de octubre ante la Knéset israelí. La guerra en curso “es una guerra entre las fuerzas de la luz y las fuerzas de la oscuridad, entre la humanidad y el mundo de las bestias”.

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