Uno de cada tres niños o jóvenes es víctima de bullying

El 2 de mayo se celebró el Día Internacional contra el Bullying o Acoso Escolar, jornada para concienciar sobre el riesgo de este mal y buscar los mecanismos para evitarlo

Un niño con un cartel de «Stop Bullying». | J. L. Roca

Un niño con un cartel de «Stop Bullying». | J. L. Roca / Elena Casero,

Tristeza y decaimiento; desinterés y apatía; ansiedad y estrés; falta de sueño y apetito; dolores de cabeza y estómago; y peor rendimiento escolar son los seis signos principales, o sintomatología frecuente de los niños y jóvenes que sufren acoso, un mal de la sociedad actual que debe pararse cuanto antes.

El pasado 2 de mayo se celebró el Día Internacional contra el Bullying o Acoso Escolar, jornada que busca concienciar sobre el riesgo del acoso escolar y el bullying en los niños y jóvenes a nivel mundial, así como buscar los mecanismos para evitar este mal, que hoy se ha convertido en un terrible peligro para la población infantil y juvenil. La fecha fue establecida por asociaciones de padres y diversas organizaciones no gubernamentales y la causa se representa con un lazo de color púrpura.

Aunque siempre han existido el maltrato y las agresiones entre la población infantil y los jóvenes, en los últimos años este problema se ha agravado, trayendo como resultado lamentables consecuencias que pueden marcar para siempre la vida no solo del afectado sino de su núcleo familiar. Se sabe que cuando un niño o adolescente es agredido de manera verbal o física comienza a mostrar una serie de comportamientos bastantes característicos como un bajo rendimiento escolar, síntomas de depresión, baja autoestima y, en el peor de los casos, el deseo de atentar contra su vida. De acuerdo a estudios realizados por UNICEF, se sabe que un alto porcentaje de los niños en todo el mundo sufre de acoso escolar. Concretamente, uno de cada tres es víctima de este mal social.

El ciberacoso, al alza

En la actualidad, el ciberacoso está a la orden del día. Se puede ver con preocupación cómo la tasa de suicidio aumenta de manera vertiginosa en muchos países y sin que los padres y la sociedad pueda hacer nada al respecto. Sin embargo, nunca es tarde para empezar a tomar medias que alerten a los padres cuando sus hijos están siendo víctimas de acoso escolar. Algunas de ellas son:

–Cambiar los datos de la configuración de privacidad, que solo pueda ser compartida con amigos o de forma privada.

–Bloquear y eliminar contactos que envíen mensajes de acoso.

–Denunciar a la persona que esté realizando bullying.

–Hablar con los padres, familiares o personas mayores sobre el acoso, para que estén al tanto y puedan denunciar el acoso.

–Dirigirse a las autoridades en caso de presentarse situaciones que amenacen la integridad o la vida del niño o el joven.

–Guardar evidencias del acoso, como fotos, vídeos o textos, que puedan servir para denunciar al agresor.

–Alejarse por un tiempo de las redes sociales resulta una salida, dejando de lado internet o cualquier herramienta tecnológica a la que puedan acceder otras personas.

Acabar con el bullying, una tarea de todos

De acuerdo con los datos extraídos del III Estudio sobre el bullying según los afectados realizado por la Fundación Mutua Madrileña y la Fundación ANAR, un niño o adolescente que sufre acoso escolar tarda 13 meses en contárselo a alguien y pedir ayuda, algo más de un tercio (34,2%) se lo oculta a sus padres (y el 25 por ciento de los que padecen ciberbullying) y el 94% de los niños y adolescentes que sufren acoso desarrollan problemas psicológicos (ansiedad, depresión y miedo permanente).

Y es que, para muchos padres, el bullying o el acoso, es visto como "cosas de niños"; sin embargo, el problema va más allá y requiere mayor compromiso y la participación de todos los entes involucrados. Se cree erróneamente que cuando un niño es víctima de maltrato, esto lo hará más fuerte, pudiendo enfrentar circunstancias más difíciles en su vida adulta, y nada más alejado de la realidad. Estos niños y jóvenes, una vez que crecen, son personas inseguras, a las que les costará poder tener una vida sana para relacionarse con otras personas, ya sea en el trabajo o a la hora de formar una familia.

Esto se debe a que para ellos la violencia forma parte natural del comportamiento humano y atraerán a sus vidas a personas maltratadoras que los mantendrán de forma permanente en un círculo vicioso, ya que repetirán esas mismas conductas.