Casa Rosa, del textil de Rosalía a la ferretería de Juan Luis: así es el comercio más antiguo de Posada de Llanera

El negocio, fundado en 1876, ha pervivido en manos de la misma familia durante cinco generaciones: "Es todo gracias al pueblo"

Juan Luis Tamargo Rodríguez, en Casa Rosa, con la antigua pesa del negocio.

Juan Luis Tamargo Rodríguez, en Casa Rosa, con la antigua pesa del negocio. / Sara Arias

En Casa Rosa «los clientes son amigos». En el negocio más antiguo de Posada de Llanera, fundado en 1876 por Rosalía Ablanedo, bisabuela del actual propietario, Juan Luis Tamargo Rodríguez, a los compradores se les llama por el nombre, «y cuando piden un chisme para el cosu ya sabes lo que es». Es lo que tiene llevar 147 años con las puertas abiertas de un establecimiento donde se ha vendido de todo, desde textiles, comestibles y bebidas a maquinaria agrícola y herramientas; desde muebles y tabaco a combustibles en una de las primeras concesiones de carburos de Asturias, donde paró el dictador Franco a echar gasolina en una de sus visitas al palacio de la familia Polo en San Cucao. Casa Rosa es un comercio mixto con mucha historia y extenso bagaje que se sigue reinventando casi un siglo y medio después de su creación. 

Tamargo completa la quinta generación al frente de la tienda, ubicada en la avenida Prudencio González, en el mismo solar que compraron sus tatarabuelos, Ramona y Manuel, y donde en 1876 su bisabuela levantó el negocio llegada de Fanes, en la parroquia de Villabona. «Era un comercio mixto en el que se vendía sobre todo género textil porque de aquella se fabricaba mucha ropa y calzado», explica. Rosalía o Doña Rosa, como todos la conocían, enviudó muy pronto quedándose sola al frente del negocio y con dos hijos. «Era una mujer muy querida, católica ferviente que incluso se presentó a las elecciones locales», recuerda su bisnieto. 

Estalló la guerra civil y Ablanedo fue detenida y enviada a Gijón. Tras varias décadas detrás del mostrador, fueron sus clientes los que dieron la cara por ella. «Agustín González, vigilante de la mina de Villabona, la defendió. Muchos de los que tenían la cartilla minera sabían bien que mi bisabuela siempre les dio todo aunque no pudieran pagar porque no quería que los niños pasasen hambre». Cuando regresó el negocio había sido arrasado. No quedaba nada en las estanterías y el surtidor de gasolina que le había concedido Alfonso XIII estaba vacío. «Ella lo pasa mal y llama a los hijos para que se hagan cargo». 

Es su hija, Pacita Menéndez, quien toma las riendas del establecimiento. «Se había criado con unos tíos, había ido a un colegio francés, estaba estudiada y acostumbrada a buenas amistades en Oviedo», detalla. En 1946 el negocio da un nuevo salto de la mano de Pacita y su marido, Manuel Tamargo. En ese tiempo, el establecimiento incorpora un depósito de cerveza El Águila Negra e introduce por primera vez maquinaria agrícola y de ferretería. También abren un pequeño bar, hay estanco y se vende cristal. «Lo que no había en Casa Rosa no lo había en ningún sitio», añade el actual dueño. Por Casa Rosa pasaban todas las lecheras de la zona y los caballos y burros de carga paraban solos delante de la puerta «de la costumbre». 

En la década de los 50 el Gobierno les retiró la gasolinera porque en esa época este tipo de negocios, como también los estancos, se concedían a excombatientes, mutilados, miembros de la División Azul o viudas de guerra. «Lo recuperamos en 2017 un poco por melancolía y ahora tenemos dos gasolineras más en San Martín de Luiña, en Cudillero, y en Teverga, que la cogimos hace justo un mes», comenta Tamargo. En el surtidor de Posada echó gasolina Franco en varias ocasiones «pero solo se le veía la mano de saludar». 

Sus abuelos dejan el establecimiento en los sesenta, que pasa a manos del padre del actual propietario, José Manuel Tamargo Menéndez, quien falleció a los 89 años en 2019 dejando una gran huella en el concejo, donde era muy querido. José Manuel cogió el negocio con muchas ideas de cambio. En 1963 derribó el inmueble original para construir el actual edificio en el que se asienta Casa Rosa. «Mi padre tiene la idea de montar un supermercado a disgusto del suyo, que no quería, pero era un visionario y tenía claro que aquello llegaba para quedarse». Lo que más impactó a la anterior generación fue que introdujera la venta de huevos: «Su padre le decía que dónde iba a vender huevos si todo el mundo tiene pitas. También le pasó con los pollos y la merluza congelada pero cuando vio que vendía 200 docenas de huevos, me contaba mi padre que decía, 'quiero levantarme yo de la cama para ver eso'». 

En la imagen, Pacita Menéndez, segunda generación de Casa Rosa, con sus hijos, Tomás (abajo a la izquierda), José Manuel (arriba) y el pequeño, Juan Luis.

En la imagen, Pacita Menéndez, segunda generación de Casa Rosa, con sus hijos, Tomás (abajo a la izquierda), José Manuel (arriba) y el pequeño, Juan Luis. / R. S. A.

También amplió la ferretería y en 1982 dejan de atender detrás del mostrador para instalar lineales. Con el auge de la venta ferretera se integran en Cofedas, en la actualidad Cooperativa de Ferretería Nacional «Ymas», cuyo centro logístico se encuentra en Llanera, precisamente por la visión de José Manuel Tamargo, quien apostó por llevar la nave central al polígono de Asipo. «Era un adelantado, se dio cuenta de que Llanera tiene una ubicación y comunicaciones estratégicas, algo de lo que ahora se habla mucho, y tuvo buena idea de hacerlo, de pasarlo de Pumarín a aquí porque Llanera es el corazón de Asturias», afirma Tamargo. 

En la década de los 80 abandonan algunas secciones del negocio, como los muebles o la distribución de bebidas para concentrar todo el esfuerzo en la ferretería, en auge por la llegada de nueva maquinaria agrícola como motosierras y desbrozadoras. Es el momento en el que el actual propietario se integra en el negocio familiar con mucha ilusión de seguir dando vida a Casa Rosa, trabajando mano a mano con su padre hasta su jubilación en 1998. En los noventa, con la expansión de las cadenas de supermercados, en Casa Rosa deciden retirar los comestibles para dedicarse cien por cien a la ferretería y un estanco que mantuvieron hasta 2021. 

En la actualidad, Juan Luis Tamargo mantiene vivo el espíritu de esta saga de comerciantes. Los tiempos cambian y Casa Rosa sigue adaptándose a las nuevas exigencias, por eso tienen una clara apuesta por la venta online a través de las plataformas digitales. «También estamos en cursillos para dar servicio de montaje y desmontaje de cerraduras», avanza. Es el negocio más antiguo de Posada, uno de los más populares del concejo y, según Tamargo, se ha conseguido gracias «al pueblo». Buenas gentes que en Casa Rosa, más que clientes, son, sobre todo, amigos.