El bar al que llegó la primera televisión de Villardeveyo celebra 65 años con la tercera generación al frente: "La Vega es nuestra vida"

"Ahora tiran mucho los cachopos, pero seguimos con las recetas de siempre”, explica José Aurelio Rodríguez, propietario ya jubilado del establecimiento

El primer televisor en blanco y negro que hubo en la parroquia de Villardeveyo, en Llanera, estaba en el bar-restaurante La Vega. Hasta allí iban los vecinos para disfrutar de las emisiones, en las que reinaba el fútbol y las corridas de toros. Esta es una de las anécdotas que cuenta su propietario, ya jubilado, José Aurelio Rodríguez Rodríguez, cuando se cumple el 65º. aniversario de la fundación del negocio, que sigue activo y en manos de la tercera generación de la familia.

El establecimiento fue abierto en 1958 por la madre de Rodríguez, Argentina, y “tenía todo lo que se necesitaba para las faltas, lo típico que te faltaba un poco de azúcar o aceite porque entonces había que ir a Posada o a Lugo a comprar y aquí lo tenían más cerca”. Al mismo tiempo su padre, Eloy, trabajaba fuera, primero en la mina de Villabona y después en el Aeropuerto de Asturias.

En el medio, José Aurelio Rodríguez de pequeño de la mano de sus padres, Argentina y Eloy.

En el medio, José Aurelio Rodríguez de pequeño de la mano de sus padres, Argentina y Eloy. / Sara Arias

Con la buena marcha del negocio, el matrimonio emprendió la inversión de su vida: compraron un terreno en La Vega y construyeron el actual edificio que alberga el restaurante. “Empezaron como casa de comidas con la especialidad de los callos, de aquella también ayudaba mi abuela y así fue la cosa creciendo”, recuerda Rodríguez, quien creció tras el mostrador viendo a su madre dirigir el establecimiento, con gran afluencia por la presencia de industrias cercanas como la mina de Villabona o los ferroviarios de la estación.

"Había mucha pero mucha gente y gastaban, también recuerdo que se apuntaba en una libreta y al final de mes venían a pagar. Nunca tuvimos un problema", señala Rodríguez. En el negocio lo aprendió todo y como siempre le gustó la hostelería, con 21 años cogió las riendas del restaurante, que amplió con nuevos comedores y una zona de merendero muy popular en la comarca. “Todo lo que fui ampliando reconozco que me quitó calidad de vida, pero también me dio otras cosas”, comenta.

Clientela en la bar La Vega en una foto del archivo familiar.

Clientela en la bar La Vega en una foto del archivo familiar. / Sara Arias

Además, el negocio vivió un gran empuje con la apertura del centro penitenciario de Asturias: “Fue bestial para el negocio porque al principio venían los relevos de la obra a comer y luego empezaron a venir los funcionarios, profesores que van a dar talleres o los familiares. Es continuo, como un grifo abierto”, celebra.

Pese a dar la jubilación a su madre, Argentina siempre estuvo muy pegada al negocio y, de hecho, la actual cocinera aprendió con la fundadora los secretos de los guisos y platos más conocidos del restaurante como son la sopa de marisco, el pote, el repollo relleno, el salpicón de marisco, las carrilleras y un afamado arroz con leche casero. “Ahora también tiran mucho los cachopos, pero seguimos haciendo las recetas de toda la vida”.

El bar La Vega tras su construcción.

El bar La Vega tras su construcción. / Sara Arias

Además de ser bar y restaurante, Rodríguez destaca el papel social que cumple el negocio en la zona rural, siendo el punto de encuentro para los vecinos. También han sido muchas las veces que el propietario ha llevado al médico a clientes o a hacer recados a otras localidades en caso de que no dispongan de vehículo o familiares que les puedan trasladar.

“El jueves es el único día que cerramos y la gente no sabe a donde ir, de hecho, cuando la pandemia dejaba todos los días la prensa en la terraza y la gente seguía viniendo aunque estuviese cerrado, por eso siempre digo que los bares son importantes a nivel social en los pueblos, son el lugar de tertulia y encuentro”, estima Rodríguez, que ha dejado el negocio en manos de su yerno, Fran Álvarez.

José Aurelio Rodríguez, de joven, en el bar.

José Aurelio Rodríguez, de joven, en el bar. / Sara Arias

La Vega es también sede de las peñas de cazadores de la zona que, en temporada, están a las seis de la mañana en el bar para recoger la documentación y repartir los puestos. Unos cazadores que después acuden a comer o en algunos casos a cenar tras la batida dando mucho ambiente al local que durante los fines de semana se llena con clientes de toda Asturias que van a degustar las especialidades de la casa.

Son 65 años de historias y anécdotas vividas que van a celebrar próximamente con una quedada para clientes y amigos. Algo sencillo e íntimo para brindar por estas más de seis décadas de actividad en manos de la misma familia. "Los nietos ya no sé qué harán, pero de momento la familia sigue al frente. Este negocio es mi vida", dice Rodríguez muy orgulloso.